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Sara Aldrete: "Me dicen la narcosatánica", le dábamos una bebida con partes humanas a los Sicarios.


Sara Aldrete y Adolfo Constanz

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Fue en abril del año 1989 que Sara Aldrete fue detenida y sentenciada a más de 600 años de prisión, ¿la razón?, por que se le encontró culpable del homicidio de más de una docena de personas a través de tortura en ritos satánicos, esto junto a el asesino serial y conocido internacionalmente como 'El Padrino', un hombre de descendencia cubana nacido en Miami y de nombre Adolfo de Jesús Constanzo.

'Los Narcosatánicos'

Luego de ser detenida, Sara Aldrete se convirtió en escritora, publicó el libro Me dicen la narco satánica, en este describe su versión de los hechos donde asegura que no tenía una relación sentimental con 'El Padrino', y se declara inocente de los hechos por la cual está recluida en la actualidad, sin embargo, reconoce su amplio interés por la santería.

A pesar de su libro, a la mujer se le conoce como la principal cómplice de Adolfo Constanzo, ambos operaban en ciudad Matamoros, y son hasta la fecha los asesinos mexicanos más conocidos en la nota roja del mundo.

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Adolfo Constanzo era conocido como 'El Padrino'


Dentro de sus rituales sacrificaban a los humanos peor que si fuesen animales, no tenían piedad alguna, y lo hacían mediante el método de brujería Palo Mayumbe, un acto afroamericano, al cual se dedicaba la madre de Constanzo, de quien aprendió el modo de operación.

A sus víctimas las asesinaban y les sacaban órganos como el corazón, el cerebro, y les arrancaban parte de la columna vertebral, todos estos los vertían en un caldero y los revolvían con sangre, tortugas asadas, ajos y otras cosas que formaban parte de un brebaje.






La noticia fue dada a conocer a  nivel internacional por su forma de operar. 

El brebaje se lo proporcionaban a los miembros de una banda de narcotraficantes que operaba en el rancho Santa Elena, el cual pertenecía a Elio y Serafín Hernández, al darles la poción les decían que se volverían inmunes a las balas y tendrían el don de la invisibilidad.

Desde este rancho salían toneladas de mariguana que eran transportadas hacia Estados Unidos, asimismo resguardaban armas de fuego y la más macabra forma de asesinar, mediante ritos satánicos.

La detención

El fin de los narcosatánicos llegó cuando decidieron hacer parte de sus víctimas al estudiante estadounidense, Mark Kilroy, desde su desaparición en la ciudad de Matamoros, la justicia de el país vecino comenzó a presionar a las corporaciones mexicanas para que se diera con el paradero del joven y se esclarecieran los hechos.


Adolfo pidió que le dispararan antes de ser detenido por la policía.

El mal día para los asesinos seriales llegó en abril de 1989, cuando David Serna, quien pertenecía a la banda delicuencial, fue detenido en un operativo de rutina de la Policía Federal, el hombre circulaba en una camioneta Chevrolet Silverado, placas 106SRP, dentro de ella había mariguana y armas de fuego, el hombre fue presionado por las autoridades hasta que los llevó al rancho Santa Elena, una vez ahí los policías no sólo encontraron droga, sino también un caldero que reveló la más sádica forma de asesinato.






La olla encontrada en el lugar

La gran olla de hierro contenía restos de sangre humana, corazones y pedazos de columnas vertebrales, al realizar los estudios correspondientes se descubrió que uno de ellos se trataba de Mark Kilroy, el estudiante estadounidense.

Constanzo y Aldrete, en compañía de otros integrantes de la banda huyeron del lugar, la policía duró tres semanas persiguiéndolos, hasta que por medio de una carta de auxilio enviada por Sara llegó a los agentes policíacos y acudieron a un departamento de la Ciudad de México donde se encontraban los prófugos.

Al llegar al edificio fueron recibidos con ráfagas de AK 47 y con una lluvia de dólares, al sentirse acorralado, 'El Padrino' solicitó a uno de los integrantes de la banda que le disparara antes de que la policía lo interceptara, así lo hizo y después se suicidó, la única sobreviviente, quien fue llevada ante las autoridades fue Sara Aldrete, quien hasta la fecha asegura que su único delito fue haber conocido a Constanzo, quien sólo le hizo un rito de iniciación por curiosidad y como partes de sus estudios de antropología, pese a sus declaraciones la mujer fue condenada a más de 600 años de prisión.




Sara supuestamente en el rito de iniciación.

El rito que los volvía inmunes a las balas

En compañía de Sara Aldrete, de 24 años, su musa y amante, su principal cómplice, Adolfo de Jesús Constanzo, causaba sensacionalismo y espectáculo con sus brebajes y vendía su idea a los adeptos.

Sara se convirtió en una sacerdotiza, participaba activamente en todas las sangrientas ceremonias, además de reclutar a nuevos miembros y explicarles las actividades de la secta.





El rancho Santa Elena fue donde se encontraron las evidencias.

Por su parte Constanzo persuadía a los adeptos de que se volverían invulnerables a las balas y que tendrán el poder de hacerse invisibles si siguen al pie de la letra sus instrucciones: confeccionar una ganga o caldero mágico con unos ingredientes especiales, además de secretos, en los ritos de Palo Mayombe, como son la sangre y algunos miembros humanos mutilados, preferentemente cerebros de criminales o locos, a ser posible de hombres de raza blanca, pues supuestamente éstos son más influenciables por el verdugo (para el asesino la tortura a la víctima era un factor muy importante, pues el alma de la víctima debía aprender a temer a su verdugo por toda la eternidad con el fin de hallarse para siempre sujeta a él).

El rito terminaba cuando los participantes bebían la sopa del caldero formada con la sangre de la víctima, su cerebro y los demás elementos que completan la siniestra ganga, lo cual les daría todo el poder que los criminales deseaban.







Fuente: El blog del narco
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