Traer al jefe del cartel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán, a suelo estadounidense podría tomar años, pero una vez iniciado el proceso, es probable que éste sea ultra rápido y programado tal como ha sido para otros narcotraficantes, terroristas y fugitivos extraditados.
Tomó ocho años extraditar al extremista Abu Hamza Masri y cuatro otros sospechosos de terrorismo a los EE.UU., en 2012. Nueve años demoró extraditar al capo narco Benjamín Arellano Félix a California, en 2011, donde se declaró culpable de crimen organizado y conspiración para lavar dinero, y fue condenado a 25 años de prisión. Vincent Legrend Walters, un traficante de drogas de San Diego y sospechoso de asesinato, quien ocupaba el puesto número 15 de la lista de los más buscados por el Cuerpo de Alguaciles de los EE.UU., fue capturado hace cuatro años en Cancún, México, y está aún en espera de su traslado.
“Muchas veces, estas cosas simplemente no ocurren de forma tan fluida y oportuna como se espera”, afirmó William Sorukas, recientemente retirado jefe de investigaciones internacionales del Cuerpo de Alguaciles.
Ahora que México ha despejado el camino para la extradición de Guzmán -pese a que las apelaciones podrían demorar el proceso durante meses o incluso años-, el Departamento de Justicia probablemente esté discutiendo cómo trasladarlo, dónde será encarcelado, dónde debe ser juzgado y qué jurisdicción puede presentar el caso más robusto en su contra, explicó Sorukas.
Dado el historial de fugas de Guzmán, la seguridad será sin dudas una preocupación. “El Chapo” logró escapar en dos oportunidades de las cárceles mexicanas, y desde la clandestinidad pudo reunirse con los actores Sean Penn y Kate del Castillo, antes de ser recapturado, en enero último.
El Cuerpo de Alguaciles maneja entre 700 y 1,000 traslados por año, incluyendo extradiciones y deportaciones. Aproximadamente 300 de ellas son desde México, donde la agencia tiene empleados que coordinan con el gobierno, según Denis Donovan, jefe de investigaciones internacionales.
Hasta el 7 de mayo último, Guzmán permanecía encarcelado en la prisión conocida como ‘El Altiplano’, en las afueras de la Ciudad de México, donde podía ser visitado por sus abogados y familiares, bajo vigilancia las 24 horas. Pero el capo narco presentó problemas para dormir y desarrolló un caso de hipertensión que requería de medicamentos, señaló su abogado.
Aparentemente, Guzmán se sorprendió cuando las autoridades lo trasladaron a la prisión de máxima seguridad de Ciudad Juárez, al otro lado de la frontera con El Paso, Texas. “Él pensaba que se dirigía a los EE.UU., hasta que llegó a la cárcel”, aseguró uno de sus abogados, José Refugio Rodríguez.
Una vez que Guzmán agote sus instancias de apelaciones, dicen las autoridades mexicanas que se negarán a extraditarlo a un estado donde podría enfrentar la pena de muerte. México ha abolido la pena capital y busca tener garantías de los funcionarios estadounidenses para que sus ciudadanos extraditados no se enfrenten a una ejecución. “La solución en el pasado ha sido una promesa de los fiscales de que no buscarían una sentencia de pena de muerte”, explicó Ignacio Pinto-León, director adjunto del Center for U.S. and Mexican Law, de la Universidad de Houston.
Ese parece ser el escenario que se desarrollará en el caso de Guzmán. Al anunciar su decisión de aprobar la extradición para que enfrente cargos en California y Texas, el ministro de relaciones exteriores de México señaló la semana pasada que había recibido “suficientes garantías” de Washington de que Guzmán no sería condenado a la pena capital en ninguno de los dos estados.
“El Chapo” tiene un mes para apelar la decisión del Ministerio de Relaciones Exteriores; sus abogados ya han informado que planean hacerlo.
El jefe del cartel de Sinaloa se enfrenta a una mezcla de cargos federales por tráfico de drogas, secuestro y asesinato, en California, Florida, Illinois, New Hampshire, Nueva York y Texas. Algunos de los cargos requieren que sea extraditado directamente a Florida o Nueva York para establecer el juzgado, explicaron las autoridades. Hasta el momento, México ha aprobado únicamente los pedidos de extradición de California y Texas.
Los funcionarios mexicanos también podrían insistir en que Guzmán sea extraditado a un lugar en particular en el marco del “principio de especialidad”. También podrían especificar que no enfrenta cargos por asesinato, que fueron levantados en Nueva York y Texas.
Los fiscales federales vienen compitiendo por este caso; fiscales en Brooklyn y Miami han unido sus fuerzas y esperan ganar de esta forma. Según una nueva acusación presentada el 11 de mayo, que actualiza los cargos por tráfico de drogas y asesinato presentadas en Brooklyn, Nueva York, el fiscal federal en Miami fue añadido como asesor especial. “Hay una reunión de personal, todo el mundo se sienta y postula su caso, e intentan que el juez diga ‘tú vas a este lugar en particular’”, explicó David Weinstein, un exfiscal federal que supervisó la división de narcóticos de la oficina del fiscal de los EE.UU. en Miami.
La fiscal general Loretta Lynch, quien dirigía la oficina de Brooklyn cuando se presentaron los cargos contra Guzmán y deberá decidir quién se queda con el caso, se reunió con los fiscales federales en Miami esta primavera, señaló Weinstein. “También tienen que considerar dónde van a ubicarlo”, afirmó.
Los exlíderes del cartel del Golfo, Juan García Abrego y Osiel Cárdenas Guillén, están alojados en la penitenciaría de Florence, Colorado, una de las pocas prisiones de máxima seguridad en el país, que está reservada para presos que ya han sido condenados.
Hasta el juicio, Guzmán se alojará en un centro de detención federal. En la ciudad de Nueva York, estos centros están diseñados para “la contención de internos extremadamente peligrosos, violentos o propensos a escapar”, según la Oficina de Prisiones de los EE.UU., con túneles que se emplean para transportar a los prisioneros hasta los tribunales federales cercanos [túneles similares se utilizan para conectar el centro de detención federal y el juzgado en San Diego].
Del Castillo, la actriz mexicana que se reunió con Guzmán antes de su captura, afirmó que espera visitarlo una vez que llegue a los EE.UU. “Permitirá que mi equipo tenga un mayor acceso a él, a fin de contar una imagen completa y precisa de su increíble vida y trabajo”, expresó la actriz en un comunicado.
Pero Weinstein afirmó que eso es “una quimera”. “La única forma en que se puede entrar a un centro de detención es si uno es abogado, y tienes que estar aprobado para ingresar; o si eres un familiar directo”, dijo.
Una vez que llegue el momento de extraditar a Guzmán, probablemente será trasladado por avión -no por carretera- a los EE.UU., señaló Weinstein. El transporte desde El Altiplano a Ciudad Juárez se extendió desde las 9 p.m. hasta las 3 p.m. e involucró un avión y un helicóptero. El traslado a los EE.UU. seguramente no se dará a conocer hasta que se haya realizado por completo. “El riesgo de que alguien difunda la información y facilite una vía de escape es demasiado grande”, afirmó.
Incluso quienes transporten al prisionero no lo sabrán de antemano, aclaró el exfiscal. “Ellos reciben una llamada: ‘Vas a ir a alguna parte a hacer algo’, les dicen. Luego se darán cuenta, ‘Soy uno de los pocos seleccionados para estar en un avión con El Chapo’”, señaló.
No está claro qué agencia federal transportaría a Guzmán, si la Agencia Antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés), el FBI o el Cuerpo de Alguaciles. Aunque pueden utilizar una base militar para los vuelos, los miembros del servicio no estarán involucrados en la extradición, contó Weinstein, debido a que ello podría utilizarse como base para una apelación.
Para algunos expertos, el hecho de que los funcionarios mexicanos llevaran a Guzmán más cerca de la frontera este mes hace, en realidad, que su extradición sea más difícil, porque Juárez lleva mucho tiempo dominada por el cartel. “Es peligroso llevarlo al aeropuerto incluso desde la prisión”, señaló Gary Hale, exjefe de inteligencia de la oficina de la DEA en Houston, quien se retiró hace seis años.
Las autoridades, aclaró Hale, prefieren trasladar a los prisioneros extraditados por aire desde el área de aviación presidencial en el aeropuerto de la Ciudad de México, vigilada y asegurada con barricadas. “Ellos lo podrían tener en Houston en una hora y media de vuelo desde la Ciudad de México. Ponerlo cerca de la frontera no significa nada en términos de su traslado, porque traerlo por tierra es un alto riesgo, especialmente cuando uno pasa por el centro de Juárez, el bastión del cartel de Sinaloa”, mencionó.
Si la DEA maneja una extradición, por lo general el piloto y la tripulación tienen cierta información anticipada para prepararse para la aduana, informó. El Cuerpo de Alguaciles siempre envía al menos dos miembros del personal para extraditar a alguien y, en este caso, puede añadir personal médico, precisó Sorukas. Aunque tiene empleados destinados en México intenta enviar funcionarios desde la ciudad de destino, dijo, ya sean agentes federales o detectives.
Durante el viaje, los investigadores pueden grabar cualquier confesión espontánea del sospechoso o hasta interrogarlo, siempre y cuando se le lea la llamada ‘Advertencia Miranda’, precisó Sorukas.
En algunos casos, los funcionarios estadounidenses tienen poco control sobre cómo sus contrapartes mexicanas deciden trasladar a los presos, especialmente con los líderes de carteles, puesto que buscan atribuirse mérito por sus capturas.
Cárdenas Guillén, conocido como “El mata amigos”, fue transportado hacia los EE.UU. por avión, a cargo del ejército mexicano y en un corto plazo. La oficina del procurador general mexicano publicó más tarde dos fotografías de los soldados que llevaban al capo, esposado en el avión.
“Tomaron una decisión rápida: ‘Bien, lo extraditamos. ¿Dónde lo quieren?’ Y, de repente, él estaba aterrizando en Houston”, relató Hale. “Con El Chapo puede ocurrir algo parecido, porque no quieren revelar sus planes”.
Fuente: El blog del narco
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