No es la primera vez que sucede. Ya las colgaron en indistintos municipios de Sinaloa e incluso en Acapulco, Guerrero. Las primeras adjudicadas al Cártel de Sinaloa, las segundas firmadas por “Los Caballeros Templarios”. Unas más en Tamaulipas y signadas presuntamente por miembros del Cártel del Golfo.
Pero hace unos días en Iguala, Guerrero, criminales colgaron dos narcomantas con mensajes para el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
En la Internet podrán encontrar fotografías porque en medios tradicionales, pocos, poquísimos dan cuenta del nivel de violencia a los que han llegado los narcotraficantes en este país donde, insisto, lo que sobresale y lo que provoca hechos como los referidos, es precisamente, la impunidad. Acaso en periódicos de los Estados, en la revista Proceso, en algunos portales independientes de noticias, transcriben lo que sucede en la realidad del día a día en México. Una de esas realidades que pocos periodistas describen, es la forma de comunicarse de los narcotraficantes.
Las narcomantas las han utilizado todos los cárteles que confluyen en México, para básicamente tres propósitos: Uno, amedrentar a sus enemigos, jurarles venganza, alertarlos de la persecución y la guerra que se viene. Dos, para alertar a la sociedad. En un énfasis para nada creíble, los criminales se asumen vigilantes de la sociedad a la que menoscaban y a la cual abusan, y prometen acabar con quienes están dañando a la población.
Tres, para denunciar a autoridades corruptas, normalmente policías cómplices de otros cárteles, Fuerzas Armadas que trabajan para el crimen, que cometen abusos. Agentes que roban o trasiegan droga.
Los medios no pueden ser voceros de narcotraficantes y criminales, pero el ocultar lo que está sucediendo genera un abismo donde la información se pierde, se controla, se manipula y el que pierde es el lector, el televidente, el radioescucha, el internauta.
De la última manta de narcotraficantes dirigida al Presidente de México, Enrique Peña Nieto, supimos por la revista Proceso. En su portal apenas había sucedido el hecho lo informaron a los lectores. Un grupo de hombres armados atacó las instalaciones del Servicio Médico Forense y una funeraria en Iguala, Guerrero.
La misma Iguala violenta que fue escenario de la desaparición forzada de 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa. De ahí que en Guerrero la inseguridad no pueda tomarse a la ligera. Hace unos días tuve la oportunidad de entrevistar de nueva cuenta al General Sergio Aponte Polito quien fue Comandante de varias zonas y regiones militares en el país, Sinaloa y Baja California por ejemplo, cuando la situación de inseguridad no era la mejor en esos Estados. Le pregunté qué sucedía en Guerrero, dado que aparte, es su Estado natal.
Esta fue su respuesta: “El problema principal son las drogas. Yo conozco perfectamente mi estado, y cuando yo estaba allá me di cuenta de cómo fueron cambiando las cosas. La región de la montaña, que ahorita es el motivo del conflicto; no había sembradíos de amapola, era donde se sembraba la marihuana.
Donde se sembraba la amapola era en el denominado Pino Mayor, allá arriba de Tierra Caliente, allá a la entrada por la Casa Verde. Bueno, aquí la droga tiene que bajar; bajaba hacia Chilpancingo, Zumpango, por ahí, y de ahí trasladarse para Iguala, o bien, la llevaban para Acapulco, pero era amapola. O bien, bajaba por la costa.
“A raíz del 85, que huyen los narcotraficantes por la Operación Cóndor, se van a Guerrero, se van a Oaxaca, a Michoacán, a Chiapas, y en mi estado aprovechan para irse a un lugar que es propicio para la siembra de la amapola, que es la montaña, con un clima adecuado para la siembra de la amapola. La siembran en grandes cantidades, porque le van a pagar al campesino mejor que si cosechara maíz.
Viene el auge de la amapola y se empiezan a formar determinados grupos. ¡Ah!, pero esa riqueza les puede causar envidias, y viene otro grupo y dice ‘bueno, pues yo también quiero formar parte de esto, para obtener mi ganancia’, y viene la pugna, y éste va a defender la plaza que tiene, y éste va a tratar de desbancarlo.
Entonces, viene la lucha por el poder. “Para sacar esa droga por Chilapa, Chilpancingo, Acapulco; o bien, para irse a Iguala, para México. Son las rutas principales de la salida de la droga. Adquiere importancia Tlapa, donde hay problemas ahora; Tixtla, que es el otro paso para llegar a Chilpancingo, a 17 kilómetros, donde está la Normal de Ayotzinapa; y Chilpancingo.
Eso crea los conflictos, la pugna, entonces tienen que pagar para tener adeptos, buscan fortalecer sus organizaciones entre ellos…”. Si eso lo sabe un General del Ejército retirado, es presumible que también estén enterados los Generales en activo, las Policías Federales, los Mandos locales, la Secretaria de Gobernación pasando por el Cisen hasta llegar a la PGR. Entonces ¿por qué no activan un real plan de combate al narcotráfico en Guerrero? Seguramente podrán recabar información que complete la del General.
Nombres, generales, un mapeo, la geografía del narco en las montañas de Guerrero. El organigrama de los cárteles que mantienen una pelea y azorada y vulnerable a la población. Pero no. A propósito de la narcomanta que presuntos criminales organizados le dedicaron al Presidente Enrique Peña Nieto, la Policía Federal desplegó convoyes por, dijeron, algunos 38 municipios del Estado de Guerrero.
Señores, eso no ha funcionado. Ese operativo presuntamente disuasivo lo han implementado en otros Estados con magros resultados. Lo grave del mensaje para el Presidente es que los narcotraficantes se sienten tan inmunes a la justicia, tan poderosos, que creen que pueden comunicarse con la máxima autoridad del Poder Ejecutivo de este país (Así sea Peña Nieto) y decirle que “quieren estar en paz” y acusar, además, a otro cártel, Guerrero Unidos, y a Federales, de la violencia e inseguridad que priva en aquel Estado.
Guerrero ocupa la segunda posición en la estadística de más personas asesinadas de manera violenta. 5 mil 242 ejecuciones en los primeros 32 meses de Gobierno de Peña, solo superado por el Estado de México que acumuló en el mismo periodo, 7 mil 771 asesinatos.
Un Estado donde impera la impunidad y la corrupción como Guerrero, es el escenario para la desaparición de los 43 estudiantes. Y ahora es ahí donde los narcos le dejan públicamente mensajes al Presidente de la República, sin que haya autoridad que lo impida. Guerrero, más allá de discursos y oídos sordos –oficiales y mediáticos- requiere una estrategia efectiva de combate al narcotráfico. La información la tienen, y si no, que le pregunten al General Aponte. Total, es un soldado de la Patria.
Fuente: El blog del narco
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