"Mi economía bajó. Para ayudarme, tienes que trabajar de sexoservidora en la Ciudad de México, es tu deber". Aterrada, Neli escuchó las palabras de su pareja. No pudo evitar hacerlo. Lo había dejado todo días antes para estar con Álex. Durante casi un mes, él la esclavizó en La Merced y la obligó a sostener relaciones sexuales con casi mil hombres.
Seis años después del operativo que la rescató, la joven cuenta cómo fue seducida por un tratante en México y Estados Unidos que prostituía a las mujeres que enamoraba.
El Bora blanco se estacionó frente a la casa en el poblado de Tres Valles, Veracruz. Nerviosa, impresionada porque Álex, el conductor, cumplía su promesa, Neli Delgado estrujó sus manos y corrió a recibir al hombre que había conocido apenas unos días antes en un parque.
—¿Qué haces?
—Es mi horario de comida —respondió ella con timidez.
—¿A poco trabajas?
—Estudio y trabajo.
Álex la felicitó por la doble actividad. Se presentó y resumió su vida: 25 años, originario de Querétaro, vivía en Puebla y había pasado un tiempo en Estados Unidos. Se dedicaba a la construcción en una empresa de arquitectura. Como parecía una persona amable, caballerosa, Neli se animó a contar un poco sobre ella: 19 años cumplidos el septiembre pasado, estudiante de Turismo, trabajaba en una tienda de zapatos cercana al parque, oriunda de Tres Valles, un pueblo a dos horas de camino que visitaba cada dos semanas.
Atravesaba por una situación económica complicada. Su papá había muerto el año anterior, un mes antes de que ella concluyera la preparatoria, y el poco dinero que dejó se había agotado. La familia materna le ayudaba, al principio, después se olvidaron de ella. El sueldo de 500 pesos semanales apenas alcanzaba para la renta de un departamento compartido. La base de su alimentación eran las pequeñas manzanas que abundan en la región.
Desde ese momento, Neli comenzó a recibir mensajes todos los días: "¿Cómo estás? Me gustas mucho", "Me encantaría tener una relación contigo. ¿Quieres ser mi novia?". Era muy poco tiempo para hablar de noviazgo, pensaba ella, pero no podía evitar emocionarse: "Trabaja, es de otro lugar, se ve bien", pensaba. En los encuentros, Álex presumía sus constantes viajes al extranjero, hablaba de las personas importantes que frecuentaba. Físicamente a Neli no le gustaba mucho, pero le caía muy bien. Además, Álex sabía cómo tratarla. Se sentía cómoda a su lado y, sin darse cuenta, comenzó a enamorarse.
SÍ ME QUIERE
Aunque solía desconfiar de los hombres, América, la tía de Neli, trató con amabilidad al pretendiente de su sobrina. Parecía una persona de fiar. Álex se autoelogió en todo momento: además de constructor, rentaba siete departamentos en Puebla y mantenía al hijo de su hermana. Tenía casa, coche y un futuro brillante.
Blas, el papá de Neli, fue un hombre estricto y violento. La golpeaba a ella, a su esposa María del Carmen y a su hijo sin importar el motivo, sobre todo los fines de semana, después de beber cervezas con sus amigos. Ella aborrecía la faceta violenta de su padre. Blas Delgado seguido le recordaba a Neli que la herencia familiar, mucha o poca, iba a ser para su hermano. Más valía que se olvidara de tener novio y se dedicara a la escuela, él se haría cargo de sus estudios.
Cuando Blas murió, la familia se desintegró. La mamá se llevó a su hijo a casa de sus papás, en Tres Valles. Con respecto a Neli, Blas dejó instrucciones claras. Debía irse al mismo poblado, pero con una tía materna que no tenía hijos.
Neli sabía que en Cuitláhuac jamás encontraría un buen trabajo. El plan era terminar sus estudios y mudarse a otra ciudad. Pero cuando hurgaba en su bolsa, veía que le restaban 10 pesos y aún faltaban dos días para cobrar, aquello parecía un sueño. Álex apareció en el parque durante ese momento de su vida.
En nuestro encuentro, Neli cuenta que estaba satisfecha con la visita de Álex a casa de su tía, pero no esperaba la propuesta que le hizo más tarde.
—Ya cumplí, te dije que voy en serio. Ahora, quiero que te vayas a vivir conmigo —dijo.
La joven no aceptó. Estudiaba, no podía dejarlo todo. Aunque Álex insistió, ella propuso seguir saliendo, nada más.
Álex escribió un nuevo mensaje al poco tiempo: "Vamos a vernos para terminar bien". Al siguiente sábado, después del trabajo, Neli se dirigió a Córdoba, Veracruz. Álex la esperaba sentado en la banca de un parque. Cuando la vio, la abrazó fuerte. "Estás muy bonita", reiteró una y otra vez. La charla sobre un futuro juntos, liderada por el hombre, se extendió. Ante la sorpresa de la joven, él comenzó a llorar:
No puedo continuar así porque no quieres juntarte conmigo. He tenido muchas novias, pero no aceptan algo bien", afirmó.
Neli pensó: "Sí necesita una pareja, sí me quiere". La convencieron las siguientes palabras: "Conmigo vas a estar bien, no te va a hacer falta nada. Puedes seguir estudiando, yo te voy a dar esa oportunidad". Concluir los estudios era su propósito. Enamorada y con complicaciones económicas, le propuso: "Vámonos a Puebla y depende de cómo me trates. De preferencia, quiero regresarme pronto".
VAS A SER SEXOSERVIDORA
Durante los primeros días, Álex se comportó amoroso y amable, como al principio. A veces se ausentaba por más de 24 horas. Siempre cargaba una maleta con ropa y le pedía a Neli que no hablara con los vecinos. "No estaba conmigo por motivos de trabajo, decía. Yo le creía todo", dice Neli.
La veracruzana pensaba que era pronto para hablar sobre retomar sus estudios. Su mayor preocupación era saber cuándo se iban a casar. "En noviembre de este año", respondía él. Un par de semanas después de vivir juntos, Álex abordó un tema inesperado.
—La esposa de mi amigo trabaja en Tijuana como sexoservidora, le va súper bien.
—¿Eh?
—Otra amiga vivía en extrema pobreza en Guanajuato y yo le sugerí trabajar como sexoservidora. Me hizo caso y al poco tiempo ya tenía una casa enorme, una camioneta, su hijo va a una escuela privada.
—No entiendo.
—Sólo te estoy contando.
El hombre cambió de tema. Neli ignoró el par de comentarios, pero al otro día comprendió de qué se trataba cuando Álex fue al grano:
—Neli, necesito hablar contigo. Mi economía bajó. Tienes que trabajar de sexoservidora en la Ciudad de México para ayudarme, es tu deber.
Enojada y confundida, Neli se negó. Al otro día, Álex llegó ebrio, molesto porque no había aceptado su propuesta. "Le dije que tenía una carrera técnica en alimentos, que podía trabajar en otra cosa. Me empujó".
Ahí no vas a ganar tanto como acá, te van a pagar 6 mil pesos al mes, no podemos vivir de eso —respondió Álex molesto.
Neli volvió a decir no y él, durante los siguientes días, le recordó su situación familiar: "Tu papá murió. No tienes a dónde regresar. Tu familia no te quiere, no te buscan". Pensó en escapar pero no tenía dinero, un lugar al cual ir. "Parece que no hay opciones", pensaba la mujer pero aún se negaba. Él enfurecía.
Unos días después, ella le preguntó que, en caso de aceptar, cuánto tiempo estaría en la Ciudad de México . "Muy poco, nomás en lo que me repongo", respondió él. "Si no acepto, va a abandonarme, ¿qué hago?", se torturaba Neli.
Otro día le presentó a la esposa del amigo que ocupaba su supuesta casa: Lucero. Álex llevó a ambas al doctor. A Neli le pareció extraña la situación y sobre todo el comportamiento de Álex, quien se rehusó a darle un beso frente a Lucero. Se justificó: dijo que le daba pena besarla delante de la pareja de ese amigo que Neli nunca conoció.
La oferta de prostituirse y la violencia psicológica continuaron.
No tienes a nadie, Neli. Soy tu esposo, es tu deber ayudarme", insistía Álex todo el tiempo.
"Aseguraba que nomás serían unos días", recuerda la joven. "El plan era construir un motel y taquerías. Yo pensé que era cierto y accedí". Al otro día, Álex pasó por Neli, lo acompañaba Lucero.
Llevó a ambas a la terminal de autobuses a finales de junio. Compró los boletos y se despidió de ellas. Neli se asombró cuando descubrió que él no iba a llevarla a la Ciudad de México. Pero no dijo nada. Antes de irse, Álex le entregó una buena cantidad de ropa: blusas escotadas y pantalones ajustados que habían pertenecido a otras mujeres. Neli seguía pensando que aquellas prendas eran propiedad de las supuestas migrantes centroamericanas.
En el autobús, Lucero le explicó en qué consistía el trabajo: se iba a parar con ella frente a un hotel, cobraría 200 pesos por el servicio y guardaría el dinero para Álex. Debía cambiarse el nombre —Neli optó por Nayeli— y no guardar en el teléfono los nombres reales de las personas que conocería en ese nuevo círculo. Neli escuchaba y asentía. No se atrevió a decir ni una palabra.
Llegaron a la Ciudad de México, abordaron el metro y bajaron en la estación Merced. Caminaron una calle y llegaron al hotel Necaxa. Lucero se hospedaba en la habitación 206. Se arreglaron y enfilaron rumbo al hotel Las Cruces, en la calle del mismo nombre. Era la zona de Lucero. Neli vio la larga fila de sexoservidoras, con diminuta ropa y semblante serio. "¿Qué estoy haciendo aquí? ¿De verdad voy a hacer esto? ¿A dónde voy?". En su cabeza no había respuesta a ninguna de las preguntas. "Nunca había visto algo así. No conocía la Ciudad de México, todo era nuevo", recuerda ahora.
Conocido como "la pasarela", Santo Tomás ha sido por años escenario de la esclavitud sexual en plena centro de la Ciudad de México. Todos los días, decenas de mujeres son obligadas a "desfilar" en círculo por más de 12 horas para que la clientela masculina en busca de sexo pueda escoger.
"Una de las chavas me preguntó si tenía experiencia", recuerda. "Para que no me llamaran la atención por no saber, Álex me indicó que si me preguntaban eso debía decir que había trabajado en Tijuana. La mujer me dijo que me apurara a cambiarme, que qué esperaba".
Segundos después de salir al callejón, un hombre le preguntó cuánto cobraba. "Fue horrible. Se me escurrieron las lágrimas. Aún no podía creer que estuviera ahí", cuenta Neli en el parque. Prefiere no entrar en detalles. A ella y a las otras jóvenes recién llegadas las colocaban en la entrada del establecimiento. Decenas de hombres se acercaban. Ese primer día se acostó con al menos unos 40. Juntó poco más de 5 mil pesos.
El número de clientes no disminuyó durante los casi 30 días que Neli fue explotada sexualmente. Ella sola generó unos 140 mil pesos al ser obligada a prostituirse con aproximadamente un millar de hombres.
Fuente: El blog del narco
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