La causa de la migraña ha sido un misterioso para los científicos durante siglos. Ahora una teoría que culpa a un nervio ha puesto la mirada en medicamentos que previenen ataques.
Tenía 63 años y no podía hacer su trabajo. Estaba paralizado por una constante migraña que le comenzó durante su vida adulta; estaba en medio de una nueva serie de ataques cuando le escribió a un amigo. “Tengo sólo un pequeño momento de la mañana en el que puedo ya sea leer, escribir o pensar”. Después de escribir esto, tuvo que encerrarse en un cuarto oscuro hasta la noche. Esta persona fue el presidente estadounidense Thomas Jefferson, en el comienzo de la primavera de 1807. Durante su segundo mandato estuvo incapacitado para trabajar por la discapacidad neurológica más común en el mundo: la migraña o jaqueca.
Dos siglos más tarde 36 millones de estadounidenses sufren de migraña y lidian con el dolor que uno de los autores de la famosa Declaración de Independencia sentía. Existen diferentes medicinas para combatirla pero nunca se ha descubierto una que sea completamente infalible. Desde medicamentos para el corazón, pasando por el yoga, hasta remedios a base de hierbas. La medicina moderna ha intentado buscar cuáles son las razones que dan migraña pero no hay nada probado.
Sin embargo, un nuevo capítulo en la larga y curiosa historia de la migraña se está escribiendo. Neurólogos creen que han identificado un sistema nervioso hipersensible que desencadena el dolor y se encuentran en las etapas finales de las pruebas de medicamentos que alivian sus células excesivamente activas. Estos son los primeros fármacos específicamente diseñados para prevenir los dolores de cabeza incapacitantes antes de que comiencen, y podrían ser aprobadas el próximo año por la Administración de Comidas y Drogas de Estados Unidos (FDA). Si ellos cumplen la promesa que han demostrado sus estudios y pruebas, que han involucrado a alrededor de 1.300 pacientes, millones de dolores de cabeza podrían prevenirse.
“Cambia por completo el paradigma de cómo tratamos la migraña”, dijo David Dodick, neurólogo de la Clínica Mayo en Arizona y presidente de la Sociedad Internacional de Cefaleas. Considerando que existen medicamentos específicos para la migraña que hacen un buen trabajo deteniendo ataques después de que empiecen, el santo grial para los pacientes y los médicos ha sido un remedio que los prevenga.
Los ataques de migraña afectan a casi 730 millones personas en el mundo y por lo general duran de cuatro a 72 horas. La mayoría de los enfermos tienen migrañas esporádicas que se dan cada 14 o menos días al mes.
Las personas que padecen de esta enfermedad crónica, casi el 8 por ciento de la población, sufren 15 o más “días de dolor de cabeza” al mes. Los ataques a menudo son precedidos por fatigas, cambios de humor, náuseas y otros síntomas. Alrededor del 30 por ciento de los pacientes con migraña experimentan alteraciones visuales, llamados auras, antes de que les golpee el dolor de cabeza. Sólo en EE.UU., la carga total de la economía de la migraña, incluyendo los costos médicos directos e indirectos como días de trabajo perdidos, se estima en 17 mil millones de dólares al año.
Una historia de la migraña
Hace 5 mil años que los síntomas de migraña fueron descritos por primera vez en documentos babilónicos y los tratamientos han variado muchísimo. Sangrías, trepanación e incluso la cauterización del cuero cabelludo afeitado con una barra de hierro al rojo vivo, eran tratamientos comunes durante el período greco-romano. El punto más bajo de los remedios equivocados probablemente se alcanzó en el siglo X, cuando el oftalmólogo Alí ibn Isa recomienda ponerse un topo muerto en la cabeza. En el siglo 19 la electricidad médica se había convertido en la última moda, y los pacientes de migraña se hacían rutinariamente una variedad de invenciones, incluyendo baños hidroeléctricos que eran, básicamente, una bañera electrificada con agua
A principios del siglo 20 los médicos pusieron su atención en la función de los vasos sanguíneos, inspirados en parte por las observaciones de la fuerte pulsación de las arterias temporales en los pacientes con migraña, así como descripciones de palpitante dolor y el alivio de los pacientes que recibieron descompresión de las arterias carótidas. En las décadas siguientes, se culpó principalmente a la dilatación de los vasos sanguíneos (vasodilatación) en el cerebro.
Esa idea se reforzó a finales de 1930 con la publicación de un documento sobre el uso de tartrato de ergotamina, un alcaloide que se sabía que podía constreñir los vasos sanguíneos. A pesar de que tenía una serie de efectos secundarios, entre ellos vómitos y dependencia de la droga, hizo detener los ataques en muchos pacientes. En la década de 1970 los pacientes cardíacos que también tenían migrañas empezaron a decirle a sus médicos que los betabloqueantes que estaban tomando para ralentizar el ritmo cardiaco también redujeron la frecuencia de sus ataques. También enfermos de migraña reportaron tener alivio al tomar medicamentos para la epilepsia y la depresión e incluso algunos usaron inyecciones cosméticas de Botox. Por esto es que los especialistas del dolor de cabeza comenzaron a prescribir estos fármacos “prestados” para las migrañas.
En la actualidad
Finalmente cinco de los medicamentos fueron aprobados por la FDA en Estados Unidos. Por desgracia, todavía no se sabe exactamente cómo las drogas aprobadas (que son eficaces en sólo alrededor del 45 por ciento de los casos y poseen una variedad de efectos secundarios) ayudan a las migrañas. David Dodick dice que pueden actuar en distintos niveles del tallo cerebral y el cerebro reduciendo la excitabilidad de las vías en la corteza y el dolor de transmisión.
Los primeros medicamentos específicos contra la migraña fueron los triptanes y se introdujeron en la década de 1990. Richard Lipton , director del Centro de Dolor de Cabeza Montefiore en la ciudad de Nueva York, dijo que estos fueron desarrollados en respuesta a la vieja idea de que la dilatación de los vasos sanguíneos es la causa principal de la migraña y se suponía que los triptanos la inhibirían esto. Irónicamente, los estudios de drogas posteriores muestran que, efectivamente, interrumpen la transmisión de señales de dolor en el cerebro y que la constricción de los vasos sanguíneos no es esencial. “Pero sirven de todos modos”, dice Lipton.
Una encuesta de 133 estudios triptanos detallados encontró que alivian el dolor de cabeza dentro de dos horas en el 42 al 76 por ciento de los pacientes. Las personas han tomado estos remedios para detener los ataques después de empezar y ya se han convertido en un tratamiento confiable para millones de personas.
Lo que los triptanos no pueden hacer y con lo que ha soñado Peter Goadsby, director del Centro de Dolor de Cabeza en la Universidad de California en San Francisco, es descubrir una medicina que pueda prevenir que los ataques de migraña sucedan. En la década de 1980, en la búsqueda de este objetivo, Goadsby se centró en el sistema nervioso trigémino, conocido como la vía del dolor primario del cerebro. Ahí el científico sospechaba que la migraña hacía su trabajo sucio. Los estudios en animales indicaron que en las ramas del nervio que salen de la parte posterior del cerebro y envuelven varias partes de la cara y la cabeza, las células hiperactivas responderían a luces benignas, sonidos y olores mediante la liberación de sustancias químicas que transmiten las señales de dolor causando migraña. El aumento de la sensibilidad de estas células puede ser heredada: 80 por ciento de los enfermos de migraña tienen antecedentes familiares de la enfermedad.
Goadsby y otros investigadores publicaron en 1988 acerca de esto. Su objetivo era encontrar una manera de bloquear las señales de dolor. Una de las sustancias químicas que se encuentran en niveles elevados en la sangre de las personas que sufren migraña es la calcitonina péptido relacionada con el gen CGRP, un neurotransmisor que se libera de una célula nerviosa y activa la siguiente en una zona del nervio durante un ataque. Reducir a cero el nivel de CGRP e interferir con él era muy difícil pues no podían encontrar una molécula que trabajara en ese neurotransmisor y no afecte otros químicos esenciales del cerebro.
La capacidad de ingenieros de biotecnología para controlar y diseñar proteínas mejoradas han hecho que varias compañías farmacéuticas desarrollaran anticuerpos monoclonales para combatir la migraña. Estas proteínas se unen fuertemente a las moléculas de CGRP o sus receptores en las células nerviosas del trigémino previniendo la activación de las células.
“Los nuevos fármacos son como misiles guiados de precisión. Van directamente a sus objetivos”.
-David Dodick-
Los científicos están contentos con los resultados. En dos ensayos controlados con placebo, con un total de 380 personas que tenían migrañas severas de hasta 14 días al mes, una sola dosis de un medicamento de CGRP disminuyó en más de un 60 por ciento los días con migraña (63 por ciento en un estudio y un 66 por ciento en el otro). Además, en el primer estudio, 16 por ciento de los pacientes permanecieron totalmente libres de migrañas por 12 semanas en una prueba que duró 24 semanas. Ahora se están haciendo ensayos clínicos más amplios para confirmar estos hallazgos.
Hasta ahora, los medicamentos CGRP trabajan mejor en la prevención que cualquiera de los medicamentos para el corazón o epilepsia prestados y tienen muchos menos efectos secundarios. Se les da a los pacientes en una sola inyección mensual.
Especialistas de migraña también están explorando otros tratamientos, incluyendo cirugías de la frente y de párpados para descomprimir las ramas del nervio trigémino, así como la estimulación magnética transcraneal (TMS), una forma no invasiva de alterar la actividad de las células nerviosas. Lipton dice que ha tenido algunos buenos resultados con la TMS. Y respecto a las intervenciones quirúrgicas dice que los resultados han sido decepcionantes y no se recomiendan. Por su parte, Goadsby cree que las cirugías y los esfuerzos de alta tecnología son una especie de desesperación:
“Me parecen un grito de ayuda . Si entendiéramos mejor la migraña, sabríamos mejor lo que hay que hacer. A pesar de que la causa ahora parece arraigada en el sistema nervio trigémino, el origen de sus células hiperactivas sigue siendo un misterio”
-Peter Goadsby-
***Este artículo es una adaptación al español de una publicación hecha por David Noonan para Scientific American***
¿Has sufrido de migrañas alguna vez? ¿Qué medicamento utilizas?
Fuente: Vip Digital
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