Con el asesinato de Carlos Rosales Mendoza ocurrido el último domingo del 2015, finalizó un capítulo que comenzó cuando el capo guerrerense fundó durante el sexenio foxista, junto a sus socios michoacanos, la Empresa, que tiempo después mutaría en la Familia Michoacana, una vendetta con alta carga simbólica para la historia del narco de las últimas décadas en Michoacán.
Su compadrazgo con Osiel Cárdenas Guillén, líder del cartel del Golfo, abrió la puerta al grupo paramilitar de los Zetas, quienes irrumpieron en la entidad con tácticas de propaganda hasta ese momento pocas veces vistas entre las organizaciones del narco en México. Estuvo 10 años preso, los más duros y violentos en Michoacán, al quedar libre buscó retomar el liderazgo pero un ajuste de cuentas lo dejó en el camino.
El año 2016 inició con una reconfiguración del narco en Michoacán, con el resurgimiento de choques y enfrentamientos de grupos antagónicos en la Tierra Caliente y otros municipios, donde el Cartel de Jalisco Nueva Generación Era una reunión de la vieja y la nueva guardia del narco en tierras michoacanas.
El último fin de semana del 2015 Carlos Rosales Mendoza, legendario fundador de la Familia Michoacana y quien salió de la cárcel en mayo del 2014, llegó acompañado de tres de sus cercanos colaboradores al lienzo charro del Varal, en las inmediaciones de las comunidades de la Cofradía y Úspero, en el municipio de Parácuaro. Iban a bordo de dos camionetas Cherokee color blanco, las cuales quedaron estacionadas junto a otros vehículos, algunos con logo de la Fuerza Rural, corporación que sustituyó a los grupos de autodefensas puesta en marcha por el hoy ex comisionado Alfredo Castillo Cervantes.
Quien convocó a la cita fue José Méndez Vargas, conocido como “Pepe Méndez”, hermano de Jesús Méndez apodado “el Chango”, ex líder de la Familia detenido el sexenio pasado. Por ahí aparecieron cuatro jefes regionales de diferentes organizaciones, estaba del Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) con Luis Antonio Torres, ex líder de autodefensas conocido como “Simón el Americano”; también Gilberto Gómez Romero, alias “la Chanda”; Gustavo Contreras Valencia apodado “el Jabalí” e Ignacio Andrade Rentería, conocido como “el Cenizo”, actual líder de los Templarios, y ex brazo derecho de Servando Gómez, “la Tuta”.
Hubo un momento durante aquella reunión que “Simón el Americano” junto “al Cenizo” y Gilberto Gómez Romero alias “la Chanda” empezaron a reclamarle a Rosales Mendoza su nula colaboración para hacer a un lado al grupo conocido como “los Licea” quienes presuntamente controlan Apatzingán.
Rosales Mendoza respondió que no quería pleitos, que estaba por la paz para todos y que no estaba interesado en pelar con nadie. En ese momento se incorporó de su lugar Andrade Rentería, “el Cenizo”, quien le reclamó de manera ríspida que si no estaba con ellos lo mejor era hacerlo a un lado.
Algo ocurrió momentos después que Carlos Rosales Mendoza quedó sometido junto a sus acompañantes. En esta parte del relato difundido el 29 de diciembre pasado en la página de Valor por Michoacán, se dice que dos pistoleros de Gómez Romero, alias “la Chanda” identificado como jefe del narco en esa zona de Parácuaro, los desarmaron. Momentos después otros testaferros, presuntamente bajo órdenes de Andrade Rentería “el Cenizo”, les dispararon. No hay mención alguna sobre si los torturaron o interrogaron. Horas después los cuerpos de los cuatro fueron encontrados tirados, con huellas visibles de saña y violencia física, cerca del estacionamiento de la caseta de Santa Casilda, sobre la autopista siglo 21, que comunica esta zona de Michoacán con el puerto de Lázaro Cárdenas,
Lo que el post en la página de la comunidad Valor Por Michoacán añadía era que “Simón el Americano” buscaba con la eliminación de Rosales Mendoza, apoderarse para el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) de municipios como Uruapan, Tancítaro, los Reyes Antúnez y hacer a un lado a quienes “le estorben”.
La huella del “Tísico”
Planeaba rescatar a su compadre de Almoloya en una operación encabezada por los Zetas. En los días de la tercera semana de octubre del 2004, apareció ante las cámaras y micrófonos el secretario de la Defensa Nacional quien dio detalles de aquel plan tras la captura de Carlos Rosales Mendoza. El general Gerardo Clemente Vega García decía que este individuo conocido por el alias del “Tísico”, había sido asegurado por miembros del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) del alto mando, cuando preparaba el asalto al penal de máxima seguridad para liberar a Osiel Cárdenas Guillén, el líder del cartel del Golfo que llevaba un año preso.
La caída de Rosales Mendoza cuando faltaban dos años para que concluyera el primer gobierno panista en la presidencia del país, reconfiguró por completo no solo el mapa sino el marco de convivencia de los narcos con la población. A partir de entonces la situación en Michoacán tuvo otra realidad.
“El Tísico” venía de Guerrero, era oriundo de la Unión, municipio colindante con Lázaro Cárdenas, Michoacán. Comenzó como operador de Armando Valencia Cornelio y sus primos Luis, y Ventura Valencia Valencia, líderes de la organización que sería conocida como cartel del Milenio. En el año 2001 se suscitó un fallido negocio con un cargamento de cocaína entre Armando Valencia y su lugarteniente Carlos Rosales Mendoza. Hubo una ruptura y tiempo después en una reunión en Monterrey, Rosales Mendoza conoció a Osiel Cárdenas Guillén quien lo nombró su representante en la ruta del Pacífico.
Rosales Mendoza creó tiempo después junto a otros cabecillas regionales como Jesús “el Chango” Méndez, Nazario Moreno “el Chayo” y Servando Gómez “la Tuta”, lo que llamó la Empresa, la cual se rebautizó tiempo después como Familia Michoacana. Cuando el cartel del Golfo aterrizó de la mano del “Tísico” en Michoacán, no solo comenzó la era de la propaganda del terror, sino hubo medidas “importadas” de Colombia, como el control de las listas de productores agrícolas en el estado para obligarlos al pago de cuotas. Era la extorsión valiéndose de registros gubernamentales.
La sociedad entre el Golfo y la Familia, hizo que la organización de los Valencia buscara apoyo en el noroeste del país. Cuenta el reportero Alejandro Gutiérrez en su libro “Narcotráfico. El gran desafío de Calderón”, publicado en 2007, que mientras el cartel del Golfo buscaba meterse al Pacífico, al mismo tiempo el cartel del Milenio de los Valencia se sumaba a la Federación que aglutinaba a los jefes sinaloense por medio de los carteles del Chapo Guzmán y su entonces socio, Arturo Beltrán Leyva.
El choque entre el Cartel del Golfo y la Federación de Sinaloa, donde el liderazgo se repartía entre Joaquín El Chapo Guzmán, Ismael El Mayo Zambada, Juan José Esparragoza “El Azul”, y los clanes de Vicente Carrillo Fuentes y Arturo Beltrán Leyva, se dio como parte de la lógica de confrontación que este grupo mantenía con los tamaulipecos para consolidar su hegemonía en el narcotráfico mexicano. El Chapo Guzmán lanzó el reto a Osiel Cárdenas Guillén cuando intentó tomar Nuevo Laredo, mientras operadores de la Federación se asentaban en Michoacán.
Armando Valencia cayó preso en agosto de 2003 y Carlos Rosales Mendoza al año siguiente. El choque del cartel del Golfo contra el cartel del Milenio apoyado por la Federación de Sinaloa, fue por el control de la muy productiva ruta central de Michoacán que viene del puerto de Lázaro Cárdenas y atraviesa municipios como Tepalcatepec, Buena Vista en la región cercana a Jalisco, y sigue por Apatzingán rumbo a Morelia en dirección al norte del país, hacia al paso fronterizo de Nuevo Laredo, donde entra a territorio texano la línea del tren que viene del puerto michoacano.
La década que Rosales Mendoza pasó en prisión —quedó libre en mayo del 2014—, fue la de la implantación y auge del terror como método de control territorial. La Familia Michoacana rompió con el cartel Golfo y con los Zetas, comenzó entonces una sangrienta guerra donde las tácticas de propaganda, como mantas manuscritas colocadas en sitios públicos, videos subidos a Internet, junto a escenas de terror como cadáveres decapitados abandonados con mensajes en cartulinas, comenzaron a proliferar primero en Michoacán y después en el resto del país. Tiempo después La Familia tendría una escisión cuando Nazario Moreno, Servando Gómez y otros, se separarían para autodenominarse Caballeros Templarios.
Vendetta
Según testimonios de varias personas Carlos Rosales Mendoza salió el domingo 27 de diciembre “con la intención de participar en una reunión allá por la zona de La Cofradía, en Uspero”, explicó el procurador michoacano Martín Godoy Castro, horas después de que se conociera el hallazgo del cadáver junto al de sus escoltas.
“Era una reunión con algunos personajes de aquel lugar y todo parece indicar que salieron mal y que ahí se genera el tema de su privación de la vida”. El funcionario decía que una línea de investigación iba en ese sentido.
Entre los asistentes a esa reunión estaba Ignacio Andrade Rentería, alias “el Cenizo”, considerado sucesor de “la Tuta”, el hombre que se volvió célebre por sus mensajes en la red de You Tube, detenido en febrero del 2015.
Para el procurador michoacano “el Cenizo” aparecía en las pesquisas como el principal sospechoso de la muerte de Rosales Mendoza y sus tres acompañantes. Godoy señaló que en el encuentro también participó Luis Antonio Torres, “Simón el Americano”, ex líder de autodefensas en Buena Vista Tomatlán, acusado por integrantes del mismo movimiento armado de estar vinculado al Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).
La procuraduría estatal tenía confirmado que en la Cofradía confluyeron patrullas de la Fuerza Rural que ahora utilizan ex autodefensas, y camionetas particulares con escoltas de “el Cenizo” y “el Americano”, así como otros asistentes no identificados.
La muerte de Rosales Mendoza significó una sacudida a la estructura criminal en Michoacán aliada en otro tiempo con Tamaulipas. Tras obtener su libertad el gobierno federal lo tenía vigilado una vez que se instaló en Morelia. Tomó el control de las operaciones financieras del crimen organizado derivadas de la explotación de las minas de hierro que exportan el producto a China.
Según versiones del gobierno federal, se volvió operador de Miguel Ángel Gallegos Godoy, alias “Migueladas” o “Micheladas”, el capo michoacano de mas bajo perfil de los últimos tiempos de quien se sabe tiene sus dominios en Zicuirán, Ario de Rosales, la Huacana y la región montañosa oriente, que colinda con Huetamo, en la Tierra Caliente de Guerrero.
“El que avisa no es traidor”
Antes de Navidad la señal de que algo se movía en Michoacán quedó registrada cuando se contabilizaron 21 asesinatos a tiros entre el 20 y 23 de diciembre, en diferentes puntos del estado. Tras la muerte de Rosales Mendoza, el año 2016 comenzó con tiroteos, bloqueo de caminos que comunican Apatzingán con otros poblados, y regresaron los mensajes escritos al lado de cadáveres abandonados en la vía pública.
También comenzaron a circular mensajes en redes sociales y páginas de Internet, donde se reproducen notas y reportes sobre el narco, en los que se anunciaba el inicio de una serie de ajustes de cuentas contra quienes eran vistos como responsables de la muerte del ex líder de la Familia. Firmado por los “amigos del señor Carlitos”, las amenazas fueron lanzadas contra José Méndez Vargas, “Pepe Méndez”; Luis Antonio Torres, “Simón el Americano”; Gilberto Gómez Romero, “el Chanda Chaparrito” o “el señor de Úspero”; e Ignacio Andrade Rentería, alias “el Cenizo”, a quien acusaa de que le ganó “la ambición” por quedarse con el control del puerto de Lázaro Cárdenas.
“El que avisa no es traidor”, dicen en la parte final del mensaje donde se dirigen “a todo grupo armado o a cualquier cartel” que apoye a estos cuatro individuos, ya que a partir del 2 de enero del 2016 en toda la Tierra Caliente michoacana se “castigará con penas que pudieran alcanzar hasta la pena capital a quienes se les arrimen o negocien” cualquier acuerdo con ellos. “Se les respetará a quienes no intervengan en este ajuste de cuentas porque no le podemos llamar guerra a esto porque sabemos que no todos son traicioneros”, señalan en su mensaje que para algunos, recuerda a los utilizados en sus inicios por la Familia.
El 29 de diciembre del 2015, dos días después del hallazgo de los cuatro cuerpos, un post en la página de Valor por Michoacán, firmado por “Clarín Rebelde de Apatzingán” y titulado “Fracasa la estrategia del procurador de Alfredo Castillo y su alianza con Carlos Rosales “el Tísico”, se lee:
“Después de obtener su libertad en el mes de mayo del 2014, Carlos Rosales se planteó la posibilidad de radicar en Guadalajara, Jalisco, para lo cual ya había obtenido el permiso con “el Mencho” a través de su cuñado “el Cuini”, finalmente decidió establecerse en Morelia y moverse por días a Reynosa para saludar viejos amigos y aliados del Cartel del Golfo y los Zetas; en Michoacán las dispersas células de Templarios y aspirantes políticos se acercaron a él pidiéndole retomara el mando y control político que tenían bajo el mando del Chayo, quien era aconsejado y dirigido por “la Tuta”, así fue que a través de su hermano el Lic. Lorenzo Rosales se involucraron de nueva cuenta en las decisiones político-electorales del estado y lograron imponer como candidato del PRI en Lázaro Cárdenas a un incondicional de ellos, y también apoyaron a los candidatos priistas en Apatzingán en el afán de controlar los dos municipios de mayor importancia para ellos y sobre todo el gran negocio del puerto”.
“Se habla de un pacto Rosales/Procurador donde éste ayudaría a pacificar el estado convenciendo a los diferentes líderes de no exhibir al gobierno estatal con acciones de inseguridad, pero además ya que tuviera el control y liderazgo en Michoacán, se encargaría de entregar a la justicia al Chanda, Cenizo, el Americano y Migueladas, para de esa forma quedarse junto con Martín Godoy con el negocio y control absoluto del Puerto y las Minas, que tantos millones de dólares aportaron al bolsillo de Alfredo Castillo; desafortunadamente para Carlos Rosales, esta información se filtró desde los altos niveles y lo ejecutaron antes de ser entregados y despojados del rentable negocio portuario y minero. El tema de los Licea fue solo un pretexto ante el mundo de intereses económicos que hay de todo este entramado de negocios y complicidades de autoridades, criminales y políticos”.
Mensajes, dimes y diretes, Michoacán de nuevo se sacude.
Fuente: El blog del narco
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