Los ladrones se modernizan y utilizan técnicas impensables para cometer los atracos
Los Mochis, Sinaloa.- Entran unas veces sin forzar nada y otras sigilosamente cuando ven una rendijita o una ventana abierta que les pueda indicar que los moradores están confiados en que para entrar a su fraccionamiento, a su casa, hasta ellos necesitan una tarjeta electrónica.
Ahí hay guardias, policías. Ni siquiera tienen permiso de dar informes si alguien osa siquiera preguntar por una familia del asentamiento. Todos, todos los invitados o visitantes, son notificados por los moradores que sí pueden pasar.
Se trata de una nueva forma de meterse a las casas a robar en los fraccionamientos de lujo en Los Mochis, esos en los que las ventanas no tienen protecciones porque no va con la fachada y porque las bardas están electrificadas. Fraccionamientos en los que para calificar sus pobladores tienes que llenar muchos requisitos: calidad moral, capacidad económica, buen gusto… casi casi conocer el historial familiar.
CUANDO LA PAREJA AFECTADA NOS CUENTA SU HISTORIA, NO SE PUEDE CREER. LOS DELINCUENTES NO TIENEN LÍMITES. LE BUSCAN. ELLOS, LOS MORADORES, ESTÁN PAGANDO UNA BUENA CASA PERO TAMBIÉN POR LA SEGURIDAD DE SU FAMILIA.
Es temprano, los ladrones ni siquiera esperan la madrugada para actuar.
Los “modernos” delincuentes entran y “echan” algo para que los caseros sigan dormidos, para que no despierten mientras “trabajan”. Buscan dinero en efectivo. Nada de tarjetas, ni cheques, ni electrodomésticos, nada, sólo dinero. No hacen desorden.
Como los moradores duermen placenteramente y dan con el objetivo rápidamente, los ladrones se dan el lujo de ir a la cocina, abrir el refrigerador y cenar. Sí, cenar con toda la serenidad. Aquí no hay apuros. Tienen calculado cuánto dura el efecto somnífero.
Buscan el pantalón de la víctima varón. Lo más seguro es que por ahí junto esté la cartera. ¡Sorpresa! Dan en el objetivo. Sacan el dinero en efectivo. Dejan tarjetas de débito, crédito, credenciales, documentos, etc. Luego doblan la prenda como estaba, la dejan planchadita como estaba. Enseguida buscan el bolso de la dama. La misma operación: sólo toman el efectivo.
Y como sobra tiempo porque el objetivo se encuentra rápido, ahora sí a cenar.
ESCOGEN LO QUE MÁS LES GUSTA DEL REFRI: SALCHICHAS, JAMÓN, LECHE, PAN, TORTILLAS DE HARINA... UN SÁNDWICH CON UN VASO DE LECHE CAE BIEN AL ESTÓMAGO A ESA HORA. INCLUSO UNOS SE ATREVEN A TOMAR HUEVOS O JAMÓN PARA LLEVAR.
En la mañana, cuando suena el despertador, la pareja despierta pero algo no anda bien. Un olor raro hace sospechar. La ventana sin protección y un poquito abierta y después restos de comida en el cesto de la basura y el faltante en el refrigerador, confirma lo increíble: alguien se metió a robar.
Verifican todas las habitaciones y sólo falta el dinero. El pantalón, dobladito y donde mismo lo dejó al acostarse, confirma que los “finos” cacos dejan todo en su lugar, hasta las cáscaras de plátano que se comieron esa noche, la que les confirmará a los cacos que podrán seguir haciéndolo.
Una noche que no se borrará tan fácil de la mente de los moradores porque después de reflexionar en lo que pudo haber ocurrido con los ladrones dentro de la casa, el coraje y la impotencia hasta hacen pensar en abandonar lo que con tanto esfuerzo se logró.
Y aun más, cuando se piden explicaciones a los administradores del fraccionamiento y pasan días y días, y nada, no hay un argumento convincente, el coraje vuelve para recordar aquella noche. ¿Acaso no es fácil ver las cámaras de seguridad e interrogar a los guardias? Si nadie puede pasar, si se necesita tarjeta para entrar, si se requiere invitación de quien vive ahí.
Si los guardias tuvieron que pasar los exámenes de confianza para tener en sus manos la seguridad de cientos de familia que buscan una vivienda segura en uno de los fraccionamientos de lujo en Los Mochis, que puede ser Las Villas, La Hacienda, Portal de Hierro, Privanzas, Alcázar del Country, Las Misiones… donde los cacos ya hallaron la manera de entrar como si nada.
Fuente: El debate
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