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Sergio Vega 'El Shaka' sus nexos con el Cartel de los Beltrán Leyva y su terrible Ejecución.


Lo dejó todo arreglado, por si se moría o lo mataban. Su dinero y sus tierras, para su madre y para sus 18 hijos, aunque, como dice su hermana María Luisa.

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"Ahora que lo mataron aparecerán más hijos". También dejó dicho que en su funeral tocaran su canción preferida, una que dice "volveré cuando el sol salga al revés, cuando la lluvia no moje y los gatos hablen francés", luego se bañó, se puso el pijama y arrancó el motor de su flamante Cadillac rojo con destino a su próximo concierto.

No mucho después lo emboscaron. Fue en la noche del sábado, en una carretera del norteño Estado de Sinaloa, de 30 disparos le alcanzaron seis, incluido el tiro de gracia. El famoso cantante Sergio Vega, también conocido en México como el Shaka, dejó tras de sí 40 años de intensa vida y una sospecha inherente a los de su estirpe: ¿son los cantantes de corridos un arma más del narco?

Para el Gobierno, sí. De hecho, las radiodifusoras nacionales y locales tienen prohibido expresamente emitir canciones cuyo asunto tenga que ver con el narcotráfico. Y, de un tiempo a esta parte, algunos cantantes famosos han sido detenidos por actuar en fiestas de conocidos capos de la droga. El caso más célebre es el de Ramón Ayala y su grupo Los Bravos del Norte. Ayala fue detenido el pasado diciembre en una hacienda de Tepoztlán, a una hora de la ciudad de México. Los militares irrumpieron en una fiesta donde creían que estaba el capo, pero lo único que encontraron fue a un nutrido grupo de sexoservidoras y a lo más selecto de la música norteña. El capo había conseguido huir, pero al cantante le pusieron los grilletes. Su defensa fue parecida a la que esgrimió Paquita la del Barrio. "Yo he cantado para ellos", dijo la autora de Rata de dos patas, "pero no lo supe hasta que llegué a la fiesta. Son gente muy culta. Y el trabajo es el trabajo...".

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También se ha dado el caso de grupos tan famosos como Los Tucanes de Tijuana a los que las autoridades de su ciudad les impidieron actuar e incluso les llegaron a amenazar: "Si escriben sobre los narcotraficantes es que deben saber quiénes son y dónde están...". Los cantantes se defendieron con una frase lapidaria: "Somos artistas, no delincuentes". Y escritores como Élmer Mendoza o Arturo Pérez Reverte no sólo dejaron clara su postura contra la criminalización de los cantantes de corridos sino que destacaron su relevancia dentro de la cultura mexicana: "Un país como México se entiende mejor por Los Tigres del Norte que por los más sesudos intelectuales o los novelistas de más éxito. Este país tiene una realidad tierna y violenta, dura y familiar, trágica y feliz, y el corrido y el narcocorrido norteño es el que mejor la ha definido".

Si hay alguien en México que se lo sabe todo sobre música norteña es José Manuel Valenzuela, del Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana. Su libro Jefe de jefes es un recorrido exhaustivo por la historia de la narcocultura en México. A la pregunta de por qué matan a los cantantes, su repuesta es rotunda: "Por la tremenda impunidad que hay en México. De los 24.000 muertos que ha provocado la guerra de Calderón contra el narcotráfico, hay maestros, médicos, ingenieros, estudiantes... y también cantantes. El narcotráfico ha salido del armario y mata sabiendo que goza de impunidad. Desde siempre, los narcotraficantes han utilizado su enorme poder de compra para rodearse de deportistas famosos, de políticos que circula por sus fiestas. Y el corrido forma parte de la cultura mexicana desde hace siglos. Zapata tenía sus propios corridistas y también los políticos del PRI tenían quien les cantara sus glorias imaginadas. No hay que sorprenderse porque también ahora los narcos contraten por 5.000 o 10.000 dólares a artistas para que les hagan sus corridos...". Ni que decir tiene que la guerra brutal entre los cárteles de la droga que vive México ha convertido ese negocio de vender corridos en un asunto muy peligroso.

No obstante, Yuri Herrera, autor de una novela Trabajos del reino por la que transita un cantante de corridos al servicio de un jefe de la droga, defiende la honra de muchos cantantes cuyo trabajo consiste en "contar de manera genuina y honesta una historia distinta a la que describen los diarios". Si algún día tienen la mala suerte de que una bala se cruce en su camino, también cae sobre ellos la negra sombra de la sospecha. Porque en México, todas las víctimas se han vuelto sospechosas. No digamos si, además, la muerte les sorprende al anochecer de Sinaloa, conduciendo en pijama un Cadillac rojo.

El tema principal de sus letras eran el amor, el peligro y el narcotráfico. Su vida giró en torno a la frontera. Su adicción a la cocaína lo mantuvo dos años fuera de los escenarios. Ahora el cantante mexicano de música norteña Sergio Vega fue acribillado por un grupo armado mientras manejaba su Cadillac rojo por la carretera México-Nogales.

Desde que escuchó la historia de un temido guerrero Zulú, en África, un hombre llamado Shaka, que no le tenía miedo a nada y siempre iba al frente, se sintió tan identificado que se hizo llamar El Shaka de la música norteña. La semana pasada el rumor de su muerte hizo eco en el norte del país. El cantante desmintió el deceso pero dejó entrever preocupación en sus declaraciones. “Yo, que navego temas muy fuertes, muchos corridos, tengo temorcito y hay que encomendarse a Dios”, dijo el sonorense.

Aún así Sergio no tenía miedo, aseguró a El País su representante, Ana Luisa Gómez, quien detalló que el cantante no había recibido amenazas ni tenía deudas con el narcotráfico. “La prueba es que iba sin escolta y sin armas, conduciendo su Cadillac. Ya hacía tiempo que no se centraba en los corridos, su repertorio era de canciones de amor. No creo que se trate de un ajuste de cuentas, es uno más de los miles de mexicanos que están muriendo por culpa del narcotráfico”, resaltó.

Según los reportes policíacos de la Subprocuraduría de Justicia en la zona, el cantante manejaba un Cadillac rojo, con placas VYM-1329, del estado de Sonora, sobre la carretera internacional México-Nogales (15) cuando un grupo armado, que lo iba siguiendo, lo interceptó poco antes de llegar a la caseta de cobro del poblado de San Miguel y lanzó 30 disparon en contra de él, de los cuales seis, impactaron en su cuerpo.

El cantante viajaba al poblado Alhuey, en el municipio de Angostura, donde sus músicos lo esperaban, ya que tendrían una presentación, en el marco de las fiestas tradicionales de ese lugar. El homicidio del originario de Hornos, Sonora, se registró alrededor de las 21:30 horas del sábado.

El intérprete, quien alcanzó fama por temas como “Siluetas de cristal”, “El huérfano alazán” y “Un gato en la oscuridad”, reconoció en vida haber tenido 18 hijos. Durante su prolífica carrera en el mundo de la música norteña editó más de 14 álbumes. En 2004 el músico se retiró durante dos años de los escenarios debido a problemas con el alcohol y su adicción a la cocaína, que lo tuvieron al borde de la muerte.

Su muerte hubiera podido ser el tema de una de sus canciones. Sergio Vega, El Shaka, uno de los más populares intérpretes de narcocorridos.

Fue asesinado por varios sicarios que le dispararon 30 tiros en el peaje de la autopista México-Nogales cuando se dirigía a Alhuey (Sinaloa). Horas antes, el cantante había desmentido que hubiera sido víctima de un atentado. Para dar más dramatismo al crimen, en una entrevista concedida al diario La Oreja horas antes de su muerte.

Vega comentó que había reforzado su seguridad a raíz de la ola de violencia que viven los músicos del género norteño y, en especial, los que cantan narcocorridos. "Yo, que navego temas muy fuertes, muchos corridos, tengo mi temorcito y hay que encomendarse a Dios", dijo Vega. 

En el último mensaje que el jueves pasado escribió en su cuenta de Twitter, Vega comentó: "Ya está plebes, que Dios me los bendiga, gracias por apoyar mi música". Cientos de admiradores han dejado en la página de Facebook del intérprete mensajes de pésame, rabia e impotencia por la violencia que sufre el país."Cuándo terminará esta pesadilla, no es justo que muera tanta gente valiosa, ya basta", comentó Luis Valle.

Siete músicos populares mexicanos han muerto desde 2007 a manos de sicarios del crimen organizado, Valentín Elizalde, El "Gallo de oro" fue acribillado el 25 de noviembre de 2006 en Reynosa, Tamaulipas. Sergio Gómez: El cantante de K-Paz de la Sierra, fue asesinado el 3 de diciembre de 2007 en Chiquimito, Michoacán.

En su cuerpo se encontraron huellas de tortura. Estos dos intérpretes habían sido seleccionados para los codiciados premios Grammy en la categoría álbum de música latina. 

Carlos Ocaranza, familiar de Valentín Elizalde, fue muerto a tiros el 17 de agosto de 2009 al salir de un bar de Guadalajara. Iván Aarón Canastillo, Vocalista de Los Alazanes de Sonora, fue acribillado en septiembre de 2008. Las muertes de Gómez y Aarón ocurrieron pocos días después de que un grupo de sicarios irrumpiera en un hospital de Matamoros (Tamaulipas) para matar a quemarropa a la cantante grupera Zayda Peña, que había sobrevivido a un ataque perpetrado dos días antes en un hotel. 

El trompetista José Luis Aquino, de la banda "Los Conde", fue hallado muerto, amarrado de pies y manos, una bolsa cubriéndole la cabeza y señales de tortura. Los cantantes suelen volverse blanco de los sicarios al ser asociados con alguno de los carteles rivales. 

El narcotráfico ha dado origen a manifestaciones religiosas y culturales, que forman parte de la llamada narcocultura, uno de cuyos puntales son los "narcocorridos", un género tradicional mexicano que tiene gran popularidad a pesar de que varios estados han prohibido su difusión por la radio para que no se vanaglorie a los grandes capos. "El corrido tiene más de cien años como forma musical en México.

Este género ha sido como el noticiero de la gente humilde", explicó el historiador Juan Mora Torres. Según este académico, el corrido tradicional sobre el contrabando en la frontera y los hombres valientes ha dado un giro hacia los "narcocorridos", que hablan de las tragedias y grandes capos que surgen de la violencia derivada del narcotráfico.


Luis Mi­guel Ro­jo Oce­jo "El Oso Ro­jo", con­si­de­ra­do co­mo ope­ra­dor fi­nan­cie­ro del gru­po de­lic­ti­vo "Los Ze­tas" y vin­cu­la­do con la agre­sión de los agen­tes adua­na­les de Es­ta­dos Uni­dos, ha re­ve­la­do in­for­ma­ción im­por­tan­te so­bre los cár­te­les del nar­co­trá­fi­co que ope­ran en Mé­xi­co, así co­mo nom­bres, apo­dos y do­mi­ci­lios de los prin­ci­pa­les ca­pos de la ma­fia y de gen­te que ha par­ti­ci­pa­do en eje­cu­cio­nes co­mo la del can­tan­te de mú­si­ca gru­pe­ra, Ser­gio Ve­ga "El Sha­ka", en­tre otros. 


La cap­tu­ra de "El Oso Ro­jo", se lo­gró, lue­go de que Is­mael Co­ro­nel Si­ca­rios, "El Ju­dío" -quien se en­cuen­tra ba­jo arrai­go-, pro­por­cio­na­ra in­for­ma­ción so­bre la lo­ca­li­za­ción de Luis Mi­guel Ro­jo Oce­jo, a quien se le bus­ca­ba tras la agre­sión de los dos agen­tes de adua­nas de Es­ta­dos Uni­dos, uno de los cua­les fa­lle­ció.


De acuer­do a la ave­ri­gua­ción pre­via PGR­/SIE­DO/UEIDCF /19/2011, ini­cia­da por el de­li­to de de­lin­cuen­cia or­ga­ni­za­da, "El Ju­dío", ade­más de ha­ber pro­por­cio­na­do in­for­ma­ción so­bre la lo­ca­li­za­ción de Luis Mi­guel Ro­jo Oce­jo "El Oso Ro­jo", di­jo que Héc­tor Bel­trán Ley­va, "El H", cuen­ta con va­rias pro­pie­da­des, en­tre ellas, una man­sión que se ubi­ca so­bre la ca­rre­te­ra fe­de­ral Mé­xi­co-Cuer­na­va­ca, a la al­tu­ra de la Co­lo­nia San Pe­dro Már­tir, en la De­le­ga­ción Tlal­pan. 


Ade­más, cuen­ta con pro­pie­da­des en San Je­ró­ni­mo, lu­ga­res don­de cons­tan­te­men­te lle­ga y que esos in­mue­bles siem­pre es­tán cus­to­dia­dos por hom­bres ar­ma­dos las 24 ho­ras del día.


De acuer­do a las in­ves­ti­ga­cio­nes de la SIE­DO, "El Ju­dío", co­men­tó que "El H", tie­ne ten­den­cias ho­mo­se­xua­les y que él sa­bía que sos­te­nía una re­la­ción con el can­tan­te gru­pe­ro "El Sha­ka", acri­bi­lla­do a ba­la­zos a bor­do de un ve­hí­cu­lo el 26 de ju­lio del 2010.


Ade­más, dio nom­bres de mi­li­ta­res, que pre­sun­ta­men­te tie­nen vín­cu­los con "El H", y que del di­ne­ro que han ob­te­ni­do por brin­dar­le pro­tec­ción, se han com­pra­do man­sio­nes en el Frac­cio­na­mien­to Las De­li­cias, en el Es­ta­do de Mo­re­los y en el Frac­cio­na­mien­to Las Bri­sas, en Aca­pul­co, Gue­rre­ro.


Du­ran­te las in­ves­ti­ga­cio­nes, la Po­li­cía Fe­de­ral Mi­nis­te­rial, ha des­cu­bier­to que Is­mael Co­ro­nel Si­ca­rios, "El Ju­dío", cuen­ta con va­rias pro­pie­da­des en­tre ellas un ran­cho en Ju­ri­qui­lla, otro in­mue­ble en la Co­lo­nia Con­de­sa y otro en Di­vi­sión del Nor­te y Mi­guel Lau­rent, és­tos úl­ti­mos en el Dis­tri­to Fe­de­ral.


Ade­más, in­ves­ti­ga­do­res de la PGR, han de­tec­ta­do que dos mu­je­res iden­ti­fi­ca­das co­mo Ama­lia y Ar­mi­da, son las que se en­car­gan de "la­var", fuer­tes can­ti­da­des de di­ne­ro de Is­mael Co­ro­nel Si­ca­rios "El Ju­dío".


De acuer­do a las in­ves­ti­ga­cio­nes, la Po­li­cía Fe­de­ral Mi­nis­te­rial, ads­cri­ta a la SIE­DO, de­tu­vo en Hua­tul­co, Oa­xa­ca, a Is­mael Co­ro­nel Si­cai­ros "El Ju­dío", jun­to con su es­po­sa de nom­bre Ami­ra y su pe­que­ño hi­jo, de 6 años de edad, de­bi­do a que se tie­ne iden­ti­fi­ca­do co­mo el ope­ra­dor fi­nan­cie­ro de Héc­tor Bel­trán Ley­va "El H".


De­bi­do a ello, fue tras­la­da­do a la SIE­DO en la ciu­dad de Mé­xi­co, don­de su es­po­sa y su pe­que­ño hi­jo fue­ron pues­tos en li­ber­tad. La in­ves­ti­ga­ción de la Po­li­cía Fe­de­ral Mi­nis­te­rial, se­ña­lan que Is­mael Co­ro­nel Si­cai­ros "El Ju­dío" ocul­ta sus ac­ti­vi­da­des ilí­ci­tas al ha­cer­se pa­sar co­mo pre­si­den­te de la Con­fe­de­ra­ción Na­cio­nal de Cria­do­res de Bú­fa­los, con vín­cu­los in­ter­na­cio­na­les.


Las in­ves­ti­ga­cio­nes fe­de­ra­les re­ve­lan que "El Ju­dío", le pa­ga­ba por pro­tec­ción al co­man­dan­te de la AFI, Do­min­go Gon­zá­lez, re­la­cio­na­do en el 2004 de ha­ber re­ci­bi­do un mi­llón y me­dio de dó­la­res, di­ne­ro que le man­da­ba Ar­tu­ro Bel­trán Ley­va "El Bar­bas", ase­si­na­do en Mo­re­los.


In­ves­ti­ga­cio­nes de in­te­li­gen­cia, se­ña­lan que un hom­bre de nom­bre Cé­sar Pe­dro, es el je­fe de si­ca­rios de Héc­tor Bel­trán Ley­va, mis­mo que fue re­co­men­da­do por Jo­sé Luis Ru­val­ca­ba.


Ac­tual­men­te "El Ju­dío", se en­cuen­tra ba­jo in­ves­ti­ga­ción en el Cen­tro de Arrai­gos de la PGR en la Co­lo­nia Doc­to­res, en la ciu­dad de Mé­xi­co. A Is­mael Co­ro­nel Si­ca­rios, se le han de­tec­ta­do di­ver­sas pro­pie­da­des en­tre ellos el ran­cho El Lin­de­ro, en Ve­nus­tia­no Ca­rran­za, Pue­bla, don­de tie­ne cria­de­ros de bú­fa­los. Se­gún los da­tos, ha­bía si­do en es­te Es­ta­do don­de "El Ju­dío" se ha­bría con­tac­ta­do con "El H" y con Ser­gio Vi­lla­rreal Ba­rra­gán, "El Gran­de".

Fuente: El blog del narco
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