La noche del 11 de julio, a la hora en que Joaquín Guzmán Loera huía por la boca de un túnel de mil 500 metros de largo, se reportó que Servando Gómez Martínez, La Tuta, sufría un aparente ataque cardiaco y en la zona de monitoreo sólo había dos empleados para vigilar 200 cámaras, revelaron funcionarios del gabinete de seguridad nacional que han tenido acceso al expediente del juicio contra 20 servidores públicos detenidos por su presunta responsabilidad en la evasión del líder del cártel de Sinaloa.
De acuerdo con la información obtenida, los monitoristas trataron durante 15 minutos de localizar al jefe del área, pero éste no contestó el teléfono y ningún elemento de custodia tenía la autoridad para dar la alerta roja de fuga. La única facultada para ello era Leonor García García, directora jurídica, quien en ese momento estaba a cargo de la prisión de máxima seguridad que se localiza en el municipio de Almoloya de Juárez, pero ésta tampoco lo hizo de manera inmediata.
Registros de las diligencias que se han realizado ante jueces del Poder Judicial de la Federación refieren también que en los dos meses anteriores el personal de monitoreo fue cambiado, que algunos de ellos ni siquiera querían estar en esa prisión, pero debían hacerlo o de otra manera los obligaban a renunciar.
Los funcionarios consultados refirieron que durante las primeras audiencias del juicio se ha mencionado que los elementos que tienen bajo custodia el funcionamiento de las cámaras de seguridad cumplieron el protocolo de espera de tres minutos para buscar a su superior e informar a otras áreas de que algo extraordinario ocurría en la celda de Guzmán Loera.
Los manuales especifican que se debe dar la alerta a sus superiores para que éstos a su vez informen a la dirección del penal, lo cual supuestamente no debe tardar otros tres minutos, señalaron los entrevistados, pero los mandos no fueron localizados. El momento de la fuga se planeó con mucho detalle, ya que a esa hora solamente dos vigilantes de los monitores estaban al pendiente y otros cuatro se encontraban en su hora de comida.
Según los reportes, a esa hora parte del personal de custodia había acudido a atender al ex líder de Los caballeros templarios, quien fue trasladado a la enfermería, y horas después ya estaba de regreso en su celda. Las autoridades no descartan que se haya tratado de una maniobra distractora que también sirvió a la fuga de Guzmán Loera.
A pesar de que en el sector central de prisiones sabían que desde un año antes no funcionaban muchos de los mecanismos de alarma, no se hizo nada por arreglarlos, de manera que el día de la evasión se perdió la señal de las cámaras que vigilaban a El Chapo Guzmán en el área de monitores del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, por un lapso de que va de cinco a 25 minutos.
Según las declaraciones de algunos custodios y funcionarios detenidos, los internos del Altiplano se han desmayado en sus celdas y se requieren hasta 15 minutos para que algún elemento acuda a atenderlos.
La noche de la fuga de Guzmán Loera, antes de que se avisara a militares y marinos, solamente llegaron tres custodios a revisar el calabozo, indicaron los funcionarios entrevistados.
Fuente: El blog del narco
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