En el año 1997 se produjo el fenómeno El Niño con más intensidad hasta ahora. Este provocó un caos climático a nivel mundial, desde California hasta Australia. El norte de Estados Unidos se vio alterado con fuertes inundaciones e Indonesia sufrió una enorme sequía. El precio del café aumentó y los virus letales se incrementaron en África. No es de extrañar que la comunidad científica esté alarmada con el calentamiento de las aguas del Pacífico Oriental, lo que podría provocar que El Niño de este año superase al anterior.
El Centro de Predicciones de la Administración Ocenánica muestra su preocupación ante la fortaleza que está adquiriendo este fenómeno meteorológico, según su pronóstico más reciente. En el mismo reconocía que la probabilidad supera el 90% de probabilidades de que El Niño se prolongue durante este invierno en el hemisferio norte y hay un 85% de posibilidades de que se prolongue hasta la primavera del año que viene.
El Niño es un fenómeno que provoca el calentamiento de las aguas del océano Pacífico, a lo largo del ecuador. Es el viento el que se suele encargar de redistribuir estas aguas cálidas a las costas de Indonesia y de Australia normalmente, pero El Niño hace que estos vientos amainen. Al no correr con tanta intensidad como de costumbre, las aguas más calientes no se reparten. También pueden cambiar de dirección y se esparcen hasta Sudamérica, provocando un excesivo calentamiento de la zona. Esto ocurre cada 7 años, aunque no siempre con la misma intensidad.
Si es más intenso tiene una serie de consecuencias negativas que afectan a muchas zonas del mundo. La atmósfera se calienta provoca fuertes tormentas en Estados Unidos, debido al cambio de los patrones de circulación del chorro de agua del Pacífico. La costa de Sudamérica también se ve afectada con más lluvias de lo normal. La tierra tiende a equilibrarse dejando en sequía a otras zonas del planeta como Asia y Australia, que suelen ser más lluviosos.
La temporada de ciclones también se ve afectada por la intensidad de El Niño. Cuanto más caliente está el océano, más posibilidades hay de que se produzcan huracanes por la zona del Pacífico. Por el contrario, el Atlántico disfrutará de una temporada de bajas probabilidades de los mismos.
Además de alterar la meteorilogía, El Niño también altera la fauna del Pacífico. Los peces de agua más fría deben abandonar zonas de Latinoamérica donde es fuerte la industria pesquera, según publica CNN.
El Niño al que nos referíamos antes, acontecido en 1997 y 1998, alcanzó una puntuación de 2.3. El índice Oceánico de El Niño es la institución encargada de estas mediciones. A pesar de haber comenzado con una puntuación de 1, El Niño de 2015 ha estado creciendo hasta una previsión de 2 puntos, medio punto más de lo que hace falta para que sea considerado intenso. Hay expertos que incluso pronostican que este fenómento podría ser el más intenso desde que se inició el registro en 1950.
Todavía se debate si el cambio climático guarda relación con el aumento de la intensidad de El Niño, aunque la ONU dice que parece que no guardan relación. Pero sí se ha pensado que si las consecuencias del calentamiento global y las de El Niño se juntan pueden intensificar las lluvias y las sequías que ambas provocan.
Aunque no se sabe con exactitud qué ocurrirá esta vez, ya que en cada ocasión El Niño es diferente, sí se espera que las lluvias aumenten considerablemente en Sudamérica, mientras que sufran de sequía en Australia.
Fuente: El economista
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