Gordo, bebé, amor, amorcito, chuchi, terroncito, osito, bombón...
Ya estoy hasta el gorro de escuchar gente por todas partes, llamándose entre adultos con sobrenombres para bebés. Sí, debo admitirlo, quizá me moleste porque estoy sola y quisiera tener a alguien a quien decirle, al menos, amor.
Ahora, que esta conducta es algo rara, lo es, por eso me pregunté por qué la gente le pone apodos cursis a sus parejas y he aquí la verdadera respuesta. ¿Te quedarás con las ganas de saberlo?
Dime cuán cursi eres y te diré cuán exitosa es tu relación
Según un estudio publicado en la revista Personal Relationships, que se encargó de investigar el lenguaje interno en las parejas, cuanto más usen un apodo para referirse al otro de forma cursi, más éxito tienen las parejas en sus relaciones. ¡Wow!
La explicación que ellos dan es que, el nivel de satisfacción en la pareja está directamente relacionado con el uso de apodos, porque estos incrementan la comunicación que, como ya sabemos, es fundamental en toda relación.
La comunicación es la clave
Entre las parejas que participaron en el estudio, se pudo observar que aquellas que utilizaban apodos tenían mayor comunicación y, por tanto, eran más felices y hacía más tiempo que estaban juntos. Es que los apodos son un lenguaje creado por uno mismo con un toque tierno, que sirve como una manera de comunicarnos con el otro de forma sencilla.
¿Por qué sencilla? Porque, al ser los apodos entre las parejas una forma dulce y cariñosa de referirse al otro, cuando los usamos, la otra persona responde de una forma mejor y esto ayuda a que la comunicación en la pareja prospere. No lo había pensado, pero esto tiene mucho sentido, ¿no lo crees?
Eres mío y solamente mío
Este estudió también mostró que, el tener un apodo entre los dos, hace que las personas tengamos un sentido de pertenencia y singularidad con respecto a nuestra pareja; es decir, cuando usamos un apodo que solo nosotros usamos para referirnos a nuestra pareja, estamos diciéndole a nuestro cerebro que somos únicos para esa persona, porque la forma en la que lo llamamos es singular, nadie más le llama así. Qué loco, ¿no?
Aunque llamarnos por el apodo nos haga ver como tontos en la calle, en realidad, puede salvar nuestra relación. Ya no me quejaré de las parejas que van diciéndose “osito” por la calle, ¿y tú?
Fuente: Imujer
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