17 de septiembre, 2015.- En mayo de 2014 Mirna asistió a los funerales de una persona que había sido alcanzada por la ya tan arraigada violencia.
En el país, mientras fijaba su mirada en el ataúd de la víctima, pensaba: “qué bueno que yo estoy alejada de todo esto, qué bueno que a mí no me podría pasar”, dos meses más tarde, el 14 de julio, su hijo Roberto Corrales Medina se encontraba vendiendo artículos.
Para automóviles en el mismo lugar de siempre, la gasolinera de El Fuerte, un pequeño pueblo perteneciente al estado de Sinaloa. Sentado en una de las banquetas esperaba que algún auto se acercara para ofrecerle la mercancía y así minutos después apareció una camioneta negra.
En México quien ha desaparecido de manera forzosa no regresa a su hogar, periodistas internacionales han explicado que en este país “el desaparecido es un muerto aplazado” y es que si se cuenta con un poco de suerte se hallarán los restos en alguna fosa clandestina.
Desde 2006 poco más de 30 mil personas han desaparecido y aunque los familiares de las víctimas han interpuesto denuncias y han demostrado que su persona fue ‘levantada’, las cifras oficiales insisten en dejarlas fuera del conteo, desapareciendo una vez más a quien fue víctima de una violencia que lo dejó en el incierto.
Aun cuando en los casos de desaparición forzada son nulos o casi mínimos los rastros que deja una persona de su historia después del día en que deja de ser visible, se sabe que solamente existen dos opciones: a unos los desaparece el narco y a otros el Estado (la policía local o federal, el Ejército o la Marina). Mirna Medina comenta a Revolución TRESPUNTOCERO que “sólo hay dos formas de definir quién te desapareció a tu familiar: si aparece muerto y exhibido fue el narco, si aparece enterrado en una fosa clandestina fue el gobierno; porque mientras a uno le interesa que todos sepan qué pasa si los intentan perjudicar, al otro le conviene guardar las apariencias de la supuesta seguridad, porque sin cuerpo no hay muerto que demostrar”.
Roberto Corrales Medina se presume fue desaparecido por aquella camioneta negra, su ausencia forzada se dice que se da presuntamente a manos de la policía municipal de El Fuerte, a cuyos mandos pagaba ‘piso’ para protegerlo de la invasión de competidores. Mirna ha padecido las mismas desavenencias y la negación de las averiguaciones sobre el paradero de su hijo, como lo han experimentado miles de familias en este país desde 2006.
Mirna Nereida Medina Quiñónez realizó una serie de recorridos por todas dependencias relacionadas a la investigación de la ausencia forzada, pero las respuestas no eran las adecuadas y las acciones nulas, después de manifestarse y dar a conocer el caso de su hijo, se acercaron a ellas mujeres que habían perdido a alguien en la misma circunstancia, así surgió la Asociación Desaparecidos de El Fuerte, conocida comúnmente como “Las Rastreadoras de Cuerpos”, por su tarea cotidiana de buscar y excavar en distintos puntos geográficos huesos humanos y tumbas clandestinas.
Semanas antes, entre finales de julio y agosto, Mirna ya se dedicaba a rastrear y excavar distintas zonas donde podría estar su hijo, tan sólo en algunas semanas encontró siete cuerpos, los cuales habían sido enterrados formando un semicírculo, es por ello que es la manera de búsqueda que ella ha elegido junto a los demás miembros de la Asociación.
“Ya siendo un grupo con nombre y presentado por medio de las manifestaciones, el 12 de septiembre se intensificaron nuestras actividades, en aquella fecha el presidente municipal aseguraba que solamente había un caso de desaparición forzada, pero se demostró que habían 34 familias buscando a 34 personas, sustentado por 34 averiguaciones previas”, afirma Mirna.
La madre de Roberto comenta que “después de hacerles ver sus errores nos dijeron que se comprometían a que cada mes nos darían informes de los avances, sin embargo esto nunca pasó, tampoco nos citaron para hablar sobre la problemática, pero seguimos la búsqueda como veníamos haciéndolo para después dar paso a la excavación; el 2 de octubre se encontró el cuerpo de un joven de nombre Alejandro Serna que había desaparecido una semana después de mi hijo, como nada más se encontraron los huesos la madre del muchacho tuvo que esperar hasta mediados de mayo de este año para que le entregaran los restos y pudiera darles una sepultura”.
De 34 personas que buscaban a sus desaparecidos el 12 de septiembre del año pasado, a un año de iniciada la Asociación, ya son 112 personas que se han unido a las actividades de investigación, aquellas de las que ninguna autoridad, ni siquiera la Procuraduría General de Justicia del Estado, se ha ocupado.
“A un año de nuestra búsqueda hemos encontrado en total 22 cuerpos, de los cuales nada más se han podido identificar cinco de ellos, la Procuraduría no ha colaborado con nosotros, un ejemplo de esto es que nos engaña diciendo que las muestras de ADN no pueden ser enviadas o que ya fueron enviadas cuando no es así, tampoco nos proporcionan un equipo especializado para que nos ayude a cavar o proteja, ya que nosotros estamos haciendo el trabajo que a ellos les corresponde y por el cual ganan.
En enero pasado estábamos buscando fosas en el monte cuando nos encontramos con un grupo delincuencial, quienes nos amenazaron con desaparecernos si continuamos yendo a aquella zona; el 90 % del grupo está conformado por mujeres que estamos expuestas a distintos tipos de riesgos, ya que salimos muy temprano de nuestros hogares, a las seis de la mañana ya estamos explorando y regresamos muy tarde, incluso algunas veces cuando la gasolina se termina nos quedamos a acampar en algún sitio, sin protección alguna.
En cada sitio excavado colocamos una señal para que no nos perdamos y tampoco volvamos a buscar en ese mismo lugar, aunque no hemos encontrado a nuestros familiares, en el 80 % de las búsquedas hemos localizado cuerpos, desde hace un año vamos cada 15 días y solamente en dos ocasiones hemos regresado sin nada”, explica Mirna.
Quien asegura que en su aprendizaje en el tema de la investigación y excavación también aprendió a enfrentarse a los malos y a los supuestamente buenos; “en el camino fuimos conociendo todo tipo de información que las autoridades nunca nos proporcionaron porque por supuesto no les conviene que nosotros hagamos uso de esos datos y de esas dependencias para exigir que busquen a nuestros hijos, hermanos, padres, todos ellos que son nuestros seres queridos.
Tanto gobierno como la delincuencia organizada han sido nuestros enemigos, pero en esta búsqueda incansable a quienes le tenemos más miedo son al gobierno, corremos mayor peligro, porque el 90 % de los casos, hasta hace unos meses, estuvieron relacionados con autoridades que no habían pasado ni siquiera el examen de control de confianza…
Por eso es que en este punto ya no sabes dónde se termina lo malo e inicia lo menos malo, porque los mismos policías que tienen el poder son los que cuidan a los delincuentes, están coludidos con ellos, incluso los elementos son los que cobran las cuotas a los vendedores ambulantes”, asegura Mirna.
En el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), que Gobernación envió recientemente al Senado, el número de personas desaparecidas o no localizadas tiende a ser mayor en estados del norte del país.
Según los datos, Tamaulipas es la entidad que concentra el mayor número de personas desparecidas o no localizadas con 21.7 % (5 mil 392) de casos de personas que se le vio por última vez; seguido con 8.8 % (2 mil 184), de Jalisco; de 7.8 % (1 mil 947), de Nuevo León; con el 7.8 % (1 mil 945), del Estado de México; con 6.2 % (1 mil 540), Chihuahua, y con el 6.2 % (1 mil 536), en Sinaloa.
“La suma acumulada de las personas que al 31 de diciembre de 2014 permanecían como desaparecidas o no localizadas en estas seis entidades federativas representó el 58.6% del total nacional”, describe el informe.
En Sinaloa hay miles de personas (y no solamente las que muestran las cifras oficiales) aseguran los familiares de desaparecidos, en su mayoría son jóvenes, que se presume fueron enterrados de manera clandestina. En los últimos 4 años miles de familias en todo el estado han padecido la perdida de un familiar de esta forma, y aunque han tenido hipótesis de dónde pueden estar o quiénes pudieron ser los responsables de su ausencia forzada, prefieren callar por miedo, así es como ellos pasan a formar parte de las cifras negras que jamás se conocerán.
Aunque familiares de los ausentes han asegurado que la única forma en que el gobierno mantiene a la baja los homicidios es enterrándolos y convirtiéndolos en “desaparecidos”, ubicando a las víctimas en un papel de “ni vivos, ni muertos”, asociaciones como las Rastreadoras del Fuerte en Sinaloa y Grupo Vida en Coahuila, así como cientos de familias que recurren a las excavaciones en zonas de Guerrero y Michoacán, están descubriendo y destapando lo que el gobierno oculta algunos metros debajo de la tierra.
Fuente: El blog del narco
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