Se inyectó Synthol dos veces por semana durante un año. Sus bíceps llegaron a medir 56 centímetros de diámetro.
No podemos del miedo con el caso de Romario Dos Santos, un brasileño de 26 años que estuvo al borde la muerte tras inyectarse una mezcla de aceite mineral, analgésicos y alcohol para que sus músculos crecieran al estilo Hulk.
Al hombre no le bastaba lucir corpulento, quería convertirse en el superhéroe verde, así que se inyectó la bomba, conocida como Synthol, dos veces por semana durante un año. Sus bíceps llegaron a medir 56 centímetros de diámetro.
Pero la vanidad le duró poco, pues los médicos le advirtieron que si no dejaba de hacerlo, los obligaría a amputarle los brazos para salvarle la vida. Y de verdad no entendemos la afición por lucir 'ponchados', hasta los músculos se ven chafas.
"Si lo tomas una vez, habrá una segunda; es adictivo. Recuerdo que el médico me dijo que tendrían que amputarme ambos brazos. Me explicaron todo lo que había dentro: mis músculos eran una roca", cuenta Romario.
Pero eso no fue todo, su esposa le advirtió que lo abandonaría si no ponía punto final a su adicción. Como todo se le venía encima, el joven intentó suicidarse.
Luego de su recuperación, optó por seguir viviendo y sustituyó su droga por suplementos alimenticios de crecimiento muscular. Han pasado 5 años ya desde que Romario dejó el Synthol y busca que su historia sirva de ejemplo.
"Perdí el control y podría haber muerto todo porque quería unos músculos más grandes. No vale la pena", dijo.
Fuente: SDP Noticias
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