Desde que salieron al mercado en el 2000, los cigarros electrónico han gozado de gran popularidad.
Tan sólo este año, se espera que sus ventas alcancen los mil millones de dólares. Si bien son una alternativa menos dañina al cigarro común y funcionan igual de bien que los parches de nicotina para dejar de fumar, sus efectos en la salud no han sido estudiados. ¿Realmente son tan inofensivos como se cree?
Existe una gran variedad de cigarros electrónicos, pero la mayoría consisten de una batería, un mecanismo de calefacción, y un líquido con una mezcla de nicotina, propilenglicol y/o glicerina vegetal y saborizantes. Al inhalar el líquido vaporizado, el fumador obtiene una dosis de nicotina sin exponerse, y a quienes lo rodean, al humo dañino del tabaco.
Debido que los cigarros electrónicos no contienen tabaco, no están bajo las mismas regulaciones que los cigarros comunes. Los ingredientes no están estandarizados, pueden fumarse dentro de espacios cerrados y pueden ser adquiridos por menores de edad, especialmente cuando se compran en línea. Irónicamente, los cartuchos pueden llegar a contener más de 100 miligramos de nicotina.
Hasta ahora, no existen estudios científicos que aseguren que no son nocivos para la salud. La propia Organización Mundial de la Salud desaconseja su uso debido a potenciales efectos perjudiciales. El propilenglicol que contienen es un poderoso irritante que pude ser dañino al inhalarse de manera crónica. De la misma manera, otros ingredientes, que varían enormemente de producto a producto, pueden llegar a ser cancerígenos.
Hasta que algún organismo regulador competente no compruebe su seguridad, es mejor desconfiar de los cigarros electrónicos.
Fuente: Muy interesante
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