Si un insecto se posa sobre un alimento crudo hay más posibilidades de que las bacterias encuentren el medio ideal para reproducirse. No obstante, nuestro organismo puede destruirlas
Estamos a punto de disfrutar de nuestro platillo favorito y de repente vemos cómo una horrible mosca se posa encima del puré o de la sopa con toda impunidad.
¿Y qué hacemos? ¡La echamos con un simple movimiento de manos!
A continuación, por supuesto, empezamos a comer porque estamos famélicos. ¿Es correcta esa decisión? ¿Qué sucede si un insecto toma contacto con la comida? En este artículo te lo contamos.
Moscas en la sopa, repugnancia absoluta
Si pudiéramos hacer un ránking con las cosas más asquerosas sin dudas las moscas rondar la basura estaría entre los principales puestos.
Por más de que nos ensañemos con estos insectos, echemos repelente y las corramos de aquí para allá con una varilla, no acabaremos con todos los que hay en el mundo. Eso sí, al menos evitaremos que nos molesten en casa.
Las moscas pertenecen a la familia de los dípteros, que tiene nada menos que 165 000 especies. La que se nos entromete cuando queremos comer o está volando a nuestro alrededor en la cocina o el baño es denominada “doméstica y minoritaria” pero también la más asquerosa de todas.
Así es, porque crece y se nutre de las heces, los desechos y lo putrefacto. Esa pequeña peluda con alas y ojos saltones adora las cosas en descomposición y tiene la capacidad de transportar muchos agentes patógenos en sus patitas y cuerpo.
Según una empresa de control de plagas, puede acumular hasta 5 millones de bacterias en las extremidades. Entonces, cuando se posa en cualquier cosa (desde nuestra comida hasta nuestro brazo) las puede diseminar en una milésima de segundo.
¿Cuándo es un peligro que la mosca toque los alimentos?
Estás sentado a la mesa a punto de comerte un rico trozo de carne. Vemos como esa maldita mosca se apoya en la comida como si nada. La espantamos y… ¿Comemos?
Puedes aplicar la técnica de “no me ocurrirá nada” y seguir con tu cena. Esto puede ser así siempre y cuando el alimento esté cocido.
Los biólogos y médicos afirman que el problema radica en el contacto de los microbios con ingredientes que estén crudos (por ejemplo, en una ensalada de lechuga y tomate). Esto se debe a que las bacterias encuentran las condiciones necesarias para poder reproducirse.
Lo mismo sucede si dejamos comida en la mesa o en la encimera.
Si estamos batiendo un huevo y una mosca se posa en el líquido se recomienda desecharlo y emplear uno nuevo.
En el caso de las frutas la buena noticia es que el azúcar que contienen retrasa el desarrollo de los microorganismos y, a su vez, aquellas bacterias que se crían no son nocivas para la salud (algo que no sucede en la carne, el pollo o el pescado crudo a temperatura ambiente).
¿Qué ocurre si me como el alimento “infectado”?
Las moscas son sucias, eso nadie lo puede negar. Y por más que hagamos lo posible por eliminarlas y echarlas de casa, siempre regresan.
A pesar de todas las medidas de precaución que tomemos este insecto puede transmitirnos los microbios que, al fin y al cabo, terminaremos ingiriendo.
Sin embargo, no hay que volverse paranoico con este aspecto, ya que el cuerpo tiene varios mecanismos de defensa con la capacidad suficiente como para destruirlos apenas hacen su ingreso.
Esto sucede en la gran mayoría de los casos.
Las bacterias “rebeldes” o que el organismo no sabe o no puede controlar pueden ocasionar males menores como, por ejemplo, molestias estomacales o intestinales.
Ahora bien, eso no quiere decir que por ello debamos dejar que las moscas vuelen a sus anchas por toda la cocina, porque igual el cuerpo nos defiende.
Si varios insectos (o el mismo muchas veces) se posa en la comida y no se toman las medidas de higiene correctas podemos contagiarnos algunas de estas enfermedades:
- Salmonela
- Lombrices intestinales
- Tifus
- Cólera
- Ántrax
La mosca en sí no es peligrosa, pero no debemos dejar que haga lo que quiera. También hay que tener en cuenta las condiciones de higiene y asepsia del hogar, porque si la suciedad está por todas partes es más fácil que transporte los patógenos y que estos se desarrollen sin problemas.
Esto se puede evitar sacando la basura a diario, no dejando carne cruda fuera de la nevera y prohibiendo la entrada de las mascotas a la cocina.
También se aconseja lavar el piso de la cocina todos los días y los platos antes de irnos a dormir (nada de dejarlos para la mañana siguiente).
Entender a las moscas
Este insecto tan pequeño puede transmitir hasta 100 patógenos diferentes.
Además tiene la capacidad de adaptarse a casi cualquier ambiente (a excepción de los climas fríos por ello las moscas son más frecuentes en verano) y frecuentan los desperdicios, las aguas residuales y los excrementos de animales y personas.
Se alimenta de materiales en buen estado o en putrefacción. Su gran olfato les permite detectar el olor de la materia orgánica cuando se está descomponiendo a varios kilómetros de distancia.
La mosca doméstica es sólo el 10% de la población total de este insecto en todo el mundo. Las demás no se meten ni con nuestra basura ni con nuestros desechos. Pero tampoco están interesadas en visitarnos.
Son más comunes en el campo que en la ciudad debido a que adoran las heces de caballo. La buena noticia es que nunca podremos consumir sus huevos, porque solo los ponen en un medio corrompido.
Has de saber que la única mosca “dañina” es la de color negro (que suele frecuentar los excrementos y la basura). Las de otros colores como, por ejemplo, las verdes no son peligrosas para nuestra salud.
Y por último una referencia a otra de las odiadas: las cucarachas. Podría decirse que son mejores que las moscas ya que no se alimentan de cosas podridas y no transmiten agentes patógenos.
Fuente: Mejor con salud
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