Descubre lo peligroso que es la "ley del hielo" en las parejas.


Tal parece que las discusiones son inevitables en una relación, sobre todo cuando hay sentimientos y una persona se abre a tal punto que se pueda sentir vulnerable.

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Una investigación sugiere que es mejor enfrentar las discusiones conyugales que optar ignorarse

La “ley del hielo”, ese estado, hábito o acto en el que muchas parejas se sumergen al momento de tener una fuerte riña, podría ser muy perjudicial para la felicidad de una persona, según una investigación.

Un estudio publicado en el Journal of the American Psychological Association reveló que existiría un fuerte vínculo entre las personas que son infelices en sus relaciones y aquellas que suelen lastimarse, escapar de las discusiones o esperar, prácticamente, a que su pareja adivine qué es lo que les aqueja.

Y, al parecer, estos utilizan la famosa “ley del hielo” como forma de evitar las críticas del cónyuge, provoca resentimiento en quien lo ejerce, hace el efecto contrario para mejorar las cosas, y revelarían la falta de calidad en la comunicación que existe entre los dos.

“A menudo en una pareja hay uno que rehúye y otro que demanda. Mientras el que demanda se queje más, más rehúye el otro, y así sucesivamente. Se trata de que los 2 estén conscientes cuando ocurren estos comportamientos y encuentren una alternativa más constructiva y gentil para resolver el conflicto”, explicó Keith Sanford, profesor de psicología de la Baylor University, donde se realizó esta investigación. “Y a veces, eso es más fácil decirlo que hacerlo”, agregó.

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Discusiones entre pareja

Tal parece que las discusiones son inevitables en una relación, sobre todo cuando hay sentimientos y una persona se abre a tal punto que se pueda sentir hasta vulnerable. Pero la idea, como explica la académica de psicología de la Universidad Andrés Bello, Francisca Pérez Prado, es aprovechar esas instancias para mostrar las diferentes posiciones que existen y así, adoptar estrategias conjuntas. Más aún, reflexiona, “podríamos afirmar que sin discusión no hay posibilidad de compromiso o de colaboración”.

“El problema puede surgir cuando el asunto en discusión se presta como espacio para dirimir otras cuestiones y, poner en juego disputas relativas al poder, al afecto, al cuidado, etc.”, agrega. Es decir, que se aproveche la instancia de una discusión para exponer molestias constantes en la vida conyugal, pero que no tienen referencia al tema específico por el que comenzó la disputa, ya que se dan a conocer de manera indirecta, velada, sin por eso poder abordarse de forma clara.

“La confrontación puede revestir una cualidad dolorosa para quienes se encuentran involucrados, e introducir distancia y separación antes que compromiso o colaboración. El silencio, o la distancia misma, pueden poner en evidencia la existencia de esas dificultades; retirarse de la discusión puede ser una manera de retirarse de la relación”, dijo la psicóloga.

Consultada acerca de si -dado que las confrontaciones en pareja van a existir siempre-, existe una manera buena de discutir, la académica señaló: “Involucrarse en una discusión productiva supone el mantener la responsabilidad de lo que cada uno quiere hacer valer a ese respecto -es decir, el no valerse de la descalificación o de la agresión para hacer primar cierta perspectiva-, y al mismo tiempo no restarse desestimando el asunto mismo”

Fuente: Eme de mujer
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