Mitos y Desafíos de El Chapo Guzman


22 años, el 25 de mayo de 1993, la Procuraduría General de la República (PGR) ofreció una recompensa de $15 millones de nuevos pesos (equivalentes a $5 millones de dólares) por los implicados en la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. En la lista figuraban Joaquín Guzmán Loera, alias ‘El Chapo’ Guzmán; Héctor Luis Palma Salazar, El Güero Palma, socio y compadre de El Chapo

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Los hermanos Arellano Félix, Benjamín, Ramón y Javier; y el hijo del último de ellos, también de nombre Javier y apodado El Tigrillo, Un día antes, a las 3:45 p.m., los hermanos Arellano Félix se habían enfrentado en un tiroteo con El Chapo.

En el Aeropuerto Internacional Miguel Hidalgo de Guadalajara, ésa fue la versión oficial.

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En esta imagen del miércoles 22 de julio de 2015, un hombre vende joyas, muchas con imágenes de la cultura narco, en el centro de Culiacán, México. Esta región es conocida por ser la cuna del tráfico de drogas en el país. De hehco es el estado natal del que quizá es el más famoso y poderoso de los capos de la droga: Joaquín "El Chapo" Guzmán, que escapó dos veces de prisiones mexicanas de máxima seguridad y está prófugo.

Ese tiroteo dejó como saldo siete personas muertas, incluyendo al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. El entonces procurador, Jorge Carpizo, declaró que el cardenal fue asesinado al ser confundido con Joaquín Guzmán Loera por el vehículo en que viajaba, un Ford Grand Marquis blanco con vidrios semipolarizados.

Desde entonces, gracias al error o confusión de los sicarios de los Arellano Félix, quienes dirigieron más de medio centenar de balas de cuerno de chivo al cuerpo del prelado y acertaron en 14 ocasiones, la evasión de El Chapo se convirtió en referencia entre los narcotraficantes más importantes del país.

Joaquín Guzmán estuvo relacionado con el trasiego de droga desde la infancia, cuando era un niño acompañaba a su padre a hacer entregas de marihuana. Inició su carrera en el crimen organizado en 1980, cuando se incorporó a la estructura formada por Miguel Ángel Félix Gallardo, jefe del cártel de Guadalajara, organización dedicada al tráfico de cocaína. El 8 de abril de 1989, Félix Gallardo fue detenido por autoridades de México y Estados Unidos por el secuestro y asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar. La captura de Félix Gallardo provocó la división del cártel; por un lado, los hermanos Arellano Félix y, del otro, Joaquín El Chapo Guzmán.

Originario de Badiraguato, El Chapo se asentó en su estado natal y formó el cártel de Sinaloa; en contraparte, los hermanos Arellano Félix se ubicaron en Baja California y conformaron el cártel de Tijuana. Desde entonces, buscaron aniquilarse mutuamente, pero la muerte del cardenal puso a ambos bandos en la mira de las autoridades.


En medio de las montañas, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán mandó construir mansiones para su madre y su abuela.

El 9 de junio de 1993, semanas después del asesinato del cardenal Posadas Ocampo, El Chapo fue detenido en Guatemala. Tenía apenas 36 años y fue entregado al gobierno mexicano sin mayores protocolos de seguridad. Fue trasladado a México y presentado a los medios al día siguiente por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

La imagen de El Chapo en el interior de Almoloya, parado sobre unas tarimas de madera, vestido con chamarra, pantalón y gorra beiges, hablando a los medios mientras es retratado bajo una ligera llovizna, fue la que dio rostro al personaje e ilustró las coberturas que los medios le dedicarían al capo del narcotráfico a partir de ese momento.

Primero lo encarcelaron en el Centro Federal de Readaptación Social Número 1, en Almoloya, Estado de México, y después, el 22 de noviembre de 1995, fue trasladado al penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco.

El 19 de enero de 2001, mes y medio después de que Vicente Fox tomara protesta como Presidente -el primero de la alternancia-, se escapó El Chapo Guzmán.

La versión oficial reportó que se fugó en un carro de lavandería. Otras versiones indican que escapó vestido de policía. El hecho de ser el primer reo en fugarse de un penal de máxima seguridad en México, contradicciones en la información de la fuga y el poder corruptor que implicaba el escape favorecieron la creación de un mito.

Pasaría prófugo 13 años. En los dos sexenios panistas (2000-2012), logró consolidarse como el principal introductor de cocaína y heroína a Estados Unidos.

El Departamento de Justicia estadounidense lo acusó en 2009 de haber logrado introducir más de 200 toneladas de cocaína a ese país, de 1990 a 2008; además, lo responsabilizó de ingresar $5.8 billones de dólares en efectivo a México, producto de la venta de droga; con esas cifras, El Chapo se convirtió en un referente del narcotráfico a nivel internacional.
A nivel nacional, El Chapo ganó terreno en varios estados; entre 2008 y 2009, logró tomar Tijuana y aliarse con el cártel del Golfo, con esos avances, amplió sus rutas de ingreso de droga a EEUU.

La cereza del pastel la puso la revista Forbes, en 2009, cuando lo incluyó en la lista de multimillonarios más importantes del mundo. Lo ubicó en el lugar 701 de 790, con una fortuna estimada en 1,000 millones de dólares. Lo reconocía como un proveedor de cocaína del mercado estadounidense, experto en transporte y en la construcción de túneles que usaba para trasladar su mercancía.

Luisa Kroll, editora de la publicación, dijo en ese momento a Reforma que en el ranking había muchos “criminales de cuello blanco”.

Dos décadas atrás, en 1989, la publicación había incluido en ese listado al narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, líder del cártel de Medellín.

El Chapo permaneció en la lista de Forbes de 2009 a 2012. La última ficha de la revista lo presenta como responsable del tráfico del 25 por ciento de todas las drogas ilegales que llegan a Estados Unidos con ventas estimadas en $3 billones de dólares anuales.

En el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012), se dieron a conocer diversos documentos de inteligencia de autoridades de Estados Unidos en los que se sitúa al cártel de Sinaloa como una de las principales organizaciones que trafican droga hacia ese país y que han llegado a expandirse internacionalmente.

El cartel de El Chapo tiene presencia en más de 200 ciudades de EEUU, y en países del Caribe, América Central, América del Sur, Australia, África, Europa y el Medio Oriente.

La administración de Calderón Hinojosa ofreció 30 millones de pesos de recompensa a quien diera información que llevara a su captura, pero su guerra contra el narcotráfico, según especialistas, no parecía tener en El Chapo uno de sus principales objetivos.

En diciembre de 2012, la Sedena reportó la captura de 50 mil presuntos narcotraficantes, entre los que destacaban nueve capos nacionales de diversas organizaciones. En el libro “Los señores del narco”, la periodista Anabel Hernández afirma que la falsa guerra contra el narcotráfico desatada por Felipe Calderón tenía como objetivo empoderar a Guzmán Loera.

Lo que es un hecho es que el cártel de Sinaloa expandió su poder en los sexenios panistas, a pesar de sus constantes enfrentamientos con otras organizaciones.

Un reporte del Departamento de Seguridad Interna de EEUU, en 2013, atribuía al cártel de Sinaloa el control del 45 por ciento del mercado mexicano de la droga.

Fue hasta el presente sexenio, con el PRI de regreso a Los Pinos, que el capo fue reaprehendido. Su nueva captura ocurrió en Mazatlán, Sinaloa, el 22 de febrero de 2014. De esa captura, quedó una nueva imagen de El Chapo: usa bigote, viste pantalón de mezclilla y camisa blanca, camina en el hangar de la PGR en el DF, escoltado por elementos de la Marina, quienes lo obligan a mantener la cabeza agachada mientras es trasladado a un helicóptero.

La prisión, sin embargo, no impidió la operación del cártel de Sinaloa.

Anabel Hernández escribe en la segunda edición de Los señores del narco: “De acuerdo con información de sus compañeros… más que un encierro parece oficina alterna… en el Penal del Altiplano se encuentran su hermano Miguel Guzmán Loera; su suegro, Inés Coronel; Mario Núñez Meza, El M10, uno de los principales sicarios… Jesús Peña -Peñita o El 20- y Jesús Enrique Sandoval… lugartenientes capturados días previos al 22 de febrero de 2014″.

Un año cuatro meses pasó Guzmán Loera en prisión.

El 11 de julio se escapó por segunda ocasión y se convirtió en el único reo que se ha fugado dos veces de prisiones de máxima seguridad en México.

Como hace 22 años, la PGR ofreció una recompensa -esta vez de $60 millones de pesos, equivalentes a $4 millones de dólares- a quien proporcione información que lleve a su captura.

La procuradora Arely Gómez mostró una fotografía del capo: rapado, sin bigote; mirando seria y fijamente a la cámara; una imagen que muestra a un Chapo de 58 años de edad, tomada probablemente cuando ingresó al penal del Altiplano, pues en el video de su fuga, que también fue difundido por el gobierno federal, tiene un aspecto distinto.

El último capo

Para Malcolm Beith, periodista británico autor del libro “El último capo” (2009), una biografía de El Chapo Guzmán, no hay otro narcotraficante con tanta influencia como la del sinaloense.

“El Chapo superó al nivel de Pablo Escobar hace una década; es más viejo -tiene 58 años- y fue más poderoso que Escobar en su época (el colombiano murió a los 44 años). No es sólo una cosa de corrupción, es una cosa de mantener un sindicato de droga tan grande durante tanto tiempo”.

Beith puntualiza que la mitología que ha rodeado a El Chapo lo ayudó a crecer en el mundo del narcotráfico. “No cualquiera se puede hacer un jefe de plaza, no cualquiera puede negociar con España o Argentina si no tiene reputación, y ése es El Chapo”.

Vínculos con las instituciones y poder corruptor son dos aspectos que Beith considera que Guzmán Loera ha sabido explotar para acrecentar su influencia mundialmente. “Tiene poder, tiene secretos; conoce mucho de la corrupción”, afirma.

La Comisión contra el Crimen de Chicago, una de las ciudades estadounidenses que recibe suministro de heroína y cocaína del cártel de Sinaloa, declaró oficialmente a El Chapo como Enemigo Público Número Uno de Chicago. El único delincuente que ha recibido esa categoría anteriormente fue Al Capone, en 1930.

Un poder político

La fuga de El Chapo Guzmán hace crecer su leyenda, considera el investigador colombiano Gustavo Duncan, autor del libro Más que plata o plomo, el poder político del narcotráfico en Colombia y México” (Debate, 2015).

Usando como referencia al colombiano Pablo Escobar -quien se fugó de un penal en julio de 1992 y fue perseguido durante 17 meses hasta ser abatido a manos de un cuerpo especial denominado Bloque de Búsqueda-, Duncan prevé que el gobierno mexicano perseguirá a El Chapo por encima de cualquier delincuente, pues puso en ridículo a la administración de Enrique Peña Nieto.

“Quedó desprestigiado a nivel nacional e internacional”, apunta.

Debido al poder acumulado y los recursos económicos que tiene, Duncan considera a El Chapo como uno de los últimos dos grandes capos mexicanos, el otro es Ismael El Mayo Zambada, socio y mentor del sinaloense. Y equipara a Guzmán Loera con una especie de padrino de la mafia con contactos a nivel internacional.

“No es un capo mediano, es uno de los narcotraficantes más importantes que tiene el mundo, y esconderse en otro lugar es muy difícil. Lo más factible es que él siga en Sinaloa, que vaya a buscar un sitio en el que piense que tiene más garantías, más control y posibilidades de huir en un momento dado”.

Duncan realizó una investigación en la Universidad de Northwestern para su tesis doctoral de ciencia política, en la que expone la necesidad de que los gobiernos y la sociedad reconozcan que el narcotráfico genera beneficios sociales y económicos que se convierten en poder político.

Para el investigador colombiano, reducir el poder del narco a un tema de corrupción o violencia es simplista. Expone que el poder político de los narcos se genera cuando el Estado deja espacios a los criminales.

“Lo que no se ha querido aceptar en ambos casos (México y Colombia) es que unos criminales gobiernan pedazos de la sociedad; es decir, por alguna razón, los narcotraficantes llevan procesos de inclusión en el mercado, en el poder, de muchos grupos marginales y excluidos de la población y que el Estado de alguna manera es consciente de que no tiene cómo llevar a cabo esos procesos de inclusión, y delega en organizaciones criminales ese proceso”, señala.

Los beneficios económicos son tangibles para todos: para quienes se suman a las filas del narcotráfico, los capos ofrecen recursos y movilidad social, y lo que aparentemente sólo es un beneficio personal genera ganancias colaterales para otros: los narcos consiguen recursos y aprecio social, pues dan empleo en donde no lo hay; la sociedad obtiene mejoras en el entorno y los gobiernos ganan cuando el dinero ilícito entra en los circuitos legales.

En el libro, se detalla que el poder del narco se reconfiguró en México a partir de dos elementos: las crisis económicas y la alternancia democrática. Específicamente, a partir de la crisis de 1982, tras el gobierno de José López Portillo; cuando el poder centralizado del Estado, por falta de recursos, dejó de atender regiones de la periferia, las poblaciones vieron en el narcotráfico una alternativa de desarrollo.

Adicionalmente, Duncan señala que los grupos criminales se potenciaron aprovechando la fragmentación del poder, lo que describe fue una consecuencia imprevista del proceso de democratización del régimen político.

Resalta que en las elecciones de 2012, aunque no se decía abiertamente, se pensaba que al regresar el PRI al gobierno se recuperaría parte del control del Estado, que se consideró perdido por la fallida estrategia contra el narco del ex presidente Felipe Calderón, pero al regresar el sistema priista con un poder nacional fragmentado, la recuperación del control no fue posible.

El autor recomienda que, para combatir al narcotráfico, se encuentre un mecanismo que permita sustituir los beneficios económicos que los narcos han generado; es decir, un cambio de política antidrogas a nivel mundial, de lo contrario, seguirán surgiendo personajes como Pablo Escobar o El Chapo. Criminales que terminan convertidos en leyenda.

Para entenderlo mejor

Once títulos para entender a Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, su organización y la industria de la droga en México:

– El Cártel de Sinaloa, Diego Osorno (Grijalbo, 2009)

– El último narco, Malcolm Beith. Ediciones B, 2009

-Los señores del narco, Anabel Hernández. Grijalbo, 2010

-Marca de sangre, Héctor de Mauleón. Temas de hoy, 2010

– El cártel incómodo, José Reveles. Grijalbo, 2010

-El siglo de las drogas, Luis Astorga. Grijalbo, 2012 (reedición)

-El imperio del Chapo, Rafael Rodríguez Castañeda. Temas de hoy, 2013

-Los malditos, crónica negra desde Puente Grande, J. Jesús Lemus. Grijalbo, 2013

-El Chapo, entrega y traición, José Reveles. De bolsillo, 2014

-Más que plata o plomo, Gustavo Duncan. Grijalbo, 2015

– ¿Qué querían que hiciera?, Luis Astorga, Grijalbo, 2015

Fuente: El blog del narco
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