El día que ejecutaron a Ignacio "Nacho" Coronel, fue traicionado por los grandes Capos de Sinaloa, su muerte entre sospechas


Parecían tener muy claro su objetivo: 12 de los 13 balazos con los que abatieron al capo dieron al blanco en su costado izquierdo, 8 de ellas en la parte superior, buscando el corazón, la única bala que entró por el lado derecho también fue letal.

En el cuello, según revelan las imágenes hasta ahora inéditas que levantó la PGR en el sitio donde quedó tendido boca arriba el cuerpo del narcotraficante, en el descanso de una escalera con maceteros. 






Coronel también sufrió 9 escoriaciones, 5 en el costado derecho y 4 en el izquierdo, mismas que pudieron ser causadas por raspones o rozones de bala, de acuerdo con la serie fotográfica de la averiguación previa UEIDCS/348/2010. 

La refriega en su residencia de Paseo de los Parques 1464, en Zapopan, Jalisco, dejó 34 casquillos de armas cortas y largas; 13 perforaciones de bala en las paredes; 7 charcos de sangre en pisos y alfombras, y 4 en las escaleras donde terminó recostado el cadáver. 

En las imágenes que levantó un perito en fotografía forense, enviado desde el DF por la Dirección Ejecutiva de Laboratorios de la PGR, el cuerpo de “Nacho” aparece con unos tenis Nike y un pants blanco Adidas, con las bolsas salidas, esculcadas.







Foto: PGR / Especial
Ignacio “Nacho” Coronel recibió 12 impactos de bala en su costado izquierdo el día que murió.

Foto: PGR / Especial

Cerca de donde fue hallado el cuerpo de Coronel fue encontrado un rifle AR-15.
El Ejército dijo que llegó hasta esta mansión por una denuncia anónima y que le dispararon a Coronel en defensa propia, después de haber matado a un soldado al que disparó desde el interior de su recámara. 

Repelieron y balearon al nativo de Canelas, Durango, cuando estaba en la habitación, sin quedar claro cómo es que su cuerpo quedó tendido en unos escalones que estaban a varios metros. 

“Al tratar de ingresar a la habitación fue agredido (un soldado) por disparos de arma de fuego, recibiendo varios impactos, por lo que repelimos la agresión en virtud de que dicho sujeto no dejaba de dispararnos, cayendo de repente dicho sujeto sobre las escaleras”, dice el parte militar de aquella tarde. 

En la recámara donde se supone que estaba el capo cuando llegaron las Fuerzas Especiales del Ejército, se levantaron 15 del total de los 34 casquillos, y se encontraron 7 de los 11 rastros hemáticos, algunos de gran tamaño, impregnados en una alfombra. 

Para los peritos, el indicio número uno en la escena del crimen corresponde al cadáver del narcotraficante, acostado boca arriba en unas escaleras que llevaban a un descanso con 4 macetas, junto a un armario de madera lisa. 

Vestido con ropa deportiva blanca, Coronel llevaba colgado a la cintura un estuche con su celular y a unos centímetros de su mano izquierda, al pie de un macetero, estaba una pistola Colt calibre .38 cromada y cerca de su pie derecho un rifle AR-15. 

En el cargador de la pistola quedaron 8 balas sin percutir y en el rifle un total de 11. “Nacho” tenía todavía 19 tiros cuando lo eliminaron los militares. 

Alrededor del cuerpo se encontraron 4 casquillos del arma larga, 2 de ellos cerca de su cabeza. En una escalera que sale de la recámara y baja en línea transversal hasta el sitio donde Coronel cayó abatido, había otros 6 casquillos. 

Los forenses registraron 13 heridas de bala en el cadáver. Un tiro en el costado derecho del cuello, 4 en el antebrazo izquierdo, muy cerca de la axila, otro que abrió el hombro en el mismo costado, 2 en la axila izquierda y uno en el costado izquierdo del tórax, bajo la axila. 

Una bala dio en el costado izquierdo del abdomen, 2 en el muslo izquierdo y otra que parece un rozón en la muñeca izquierda.

 
Foto: PGR / Especial

La pistola que llevaba el capo tenía imágenes labradas de la Virgen de Guadalupe y motivos patrios.
Tres de los 13 tiros destrozaron su piel, los que dieron en el hombro y muslo izquierdos, y en la axila del mismo costado. 

Las 9 escoriaciones fueron en el lado derecho del abdomen, en el antebrazo derecho, en el mismo costado del cuello -a unos centímetros del balazo letal-, bajo la ceja y en el pómulo derechos, en el puño y la pierna izquierdos y dos alrededor de la axila izquierda. 

El compadre de Joaquín “El Chapo” Guzmán nada pudo con la puntería de los militares que entraron a su casa ese jueves a las 13:20 horas. Mató a un soldado y tenía guardados 7 fusiles, 8 pistolas, 50 cargadores para armas largas y varios cartuchos. 

Lo que nunca tuvo fue un equipo de seguridad que lo auxiliara para enfrentar y evadir al Ejército, que lo abatió igual que 17 años antes lo hizo con su hermano Magdaleno Coronel, en Guadalajara. 

En las paredes de su recámara, “Nacho” tenía cuadros de la Santísima Trinidad, Cristo y la Virgen María, pero el más grande era el de San Judas Tadeo, el santo de las causas imposibles que aquella tarde le falló. 

Pistolas ‘nacionalistas’ 

Ser nacionalistas y guadalupanos parecen ser rasgos distintivos de los líderes del narcotráfico. Los delata la misma pistola. 

Ignacio “Nacho” Coronel y Alfredo Beltrán Leyva “El Mochomo” eran enemigos mortales con una acompañante en común: una pistola con las imágenes labradas de la Virgen de Guadalupe, el Ángel de la Independencia y otros motivos patrios. 

A unos centímetros de donde cayó abatido “Nacho” Coronel, en su casa de Colinas de San Javier, en Guadalajara, estaba una Colt calibre .38 cromada, entre dos maceteros en el descanso de una escalera. 

En un costado del carro del cerrojo, el arma tenía grabadas las imágenes con la leyenda “Estados Unidos Mexicanos” y del otro a Miguel Hidalgo, con un águila y las inscripciones “El grito” y “16 de septiembre”. 

Coronel, líder del Cártel de Sinaloa, la portaba para defenderse de los militares, la tarde del 29 de julio de 2010 en que fue abatido por militares. La pistola quedó a unos cuantos centímetros de su mano derecha, con 8 balas en el cargador. 

Una pistola idéntica tenía “El Mochomo”, el menor de los hermanos Beltrán Leyva, cuando la mañana del 21 de enero de 2008 el Ejército lo interceptó al llegar a una residencia en Culiacán, Sinaloa, según el parte informativo de su detención. 

Los sicarios que fueron detenidos con Beltrán también seguían las mismas aficiones que su patrón, como por ejemplo Flavio Castro León, quien portaba una Colt .38 Súper con el rostro de Juárez y la frase “El respeto al derecho ajeno es la paz” grabados en las cachas. 

Con las huestes de “Nacho” Coronel pasaba lo mismo, pues Mario Carrasco Coronel “El Gallo”, sobrino de “Nacho”, se defendió con un arma con granados similares cuando fue abatido por el Ejército, en un operativo del 30 de julio de 2010 en Zapopan, Jalisco. 

La Colt .38 de “El Gallo” tenía labrado el perfil de un guerrero águila en la parte superior de la cacha, mientras que en la parte inferior está tallado el escudo de la bandera de la independencia, con el águila de frente con alas abiertas. 

A algunas de estas armas las propias autoridades les han conferido un valor distinto al que le daban los narcotraficantes, similar al de un trofeo. 

Por ejemplo, en el Museo de Enervantes del Ejército se encuentra en exhibición una de las pistolas de “El Mochomo” Beltrán, bañada en oro, con una imagen de Emiliano Zapata y la leyenda “Prefiero morir de pie… que morir de rodillas”. 

Muere en casa que visitaba poco 

La residencia donde murió Ignacio “Nacho” Coronel no parece ser un lugar donde viviera el capo o, por lo menos, que frecuentara. 

En la casona de Paseo de los Parques 1464, en Colinas de San Javier, Zapopan, las recámaras tenían televisiones de cinescopio, había habitaciones con king size sin sábanas ni cobijas y los baños no tenían ningún artículo de limpieza. 

Coronel tenía al pie del jardín una terraza de estilo colonial con tejado y figuras de frutas colgadas a la pared, pero tampoco parecía haberla usado antes de su muerte, porque todas las sillas de madera estaban amontonadas una arriba de otra, el día en que entraron por él. 

Una de las salas tenía una pequeña mesa de centro y sillones rústicos juntados desordenadamente con una alfombra enrollada; en una de las bardas del jardín se observa un “diablito” que aparentemente usaba un empleado para tener electricidad. 

La cocina integral de la casa, con una barra y campana extractora decoradas con azulejo poblano antiguo, lucía semi vacía el día del operativo. No hay ningún traste, se observa sólo un frutero y un refrigerador de cuatro estantes, uno de ellos desocupado. 

Coronel tenía en esta residencia una estancia con caminadora y una bicicleta estática. No hay registro de equipos de aire acondicionado, sólo contaba con ventiladores de pie redondo. 

En el parte informativo que levantaron los militares, tras el abatimiento de Coronel, se menciona que fueron asegurados una camioneta Subaru 2009 roja, un Ford Grand Marquis 1998 y una camioneta Hummer H3-D 2010, la favorita del capo. 

No obstante, en el registro de fotografía forense, sólo aparece este último vehículo afuera de la residencia. Cuando la PGR abrió el zaguán principal, no se observó ningún vehículo en el estacionamiento. 

En la estancia de descanso del jardinero, a un costado de una alberca con esculturas de ranas, había mayores señales de vida. 

En el cuarto estaba una pequeña parrilla de gas, un galón de agua Bonafont, una licuadora, una jarra con leche, un huacal en el que se guardaban frascos de Nescafé, sal, azúcar, un cuchillero y un trapo. 

Había también una televisión de cinescopio sobre un mueble sencillo de madera con ropa y calzado, así como una hielera de unicel de Oxxo. 

Hiram Francisco Quiñones Gastélum, el cocinero que estaba con el capo, dijo en sus primeras declaraciones que esta residencia sólo era de descanso para Coronel, quien el día que murió había tenido una sesión de masaje y esperaba a un plomero que instalaría un regulador a la caldera de su alberca. 
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